Las personas que crecimos y nos educamos en esta democracia imperfecta pero donde se respetaba la disidencia, se practicaba la tolerancia y había una división de poderes que fue capaz de destituir y llevar a la cárcel a un presidente en ejercicio, nunca imaginamos que nuestro país pudiera caer en manos de un gobierno totalitario, cegado por la ideología y que declarara públicamente enemigo del gobierno y de la patria a quienes pensaran de manera diferente.
En mis elucubraciones más pesimistas nunca vislumbré a Venezuela al borde de un sistema de gobierno que decide copiar las prácticas totalitarias, oscuras y criminales aplicadas en países como Cuba y en el pasado en las naciones que estaban bajo la egida del imperio soviético. Basta recordar que durante el reinado del camarada Stalin, en nombre del pueblo y de la clase trabajadora, se asesinaron a más de 20 millones de personas. Igual ocurrió en China con la revolución cultural y en todos los países que abrazaron el autoritarismo y usurparon la utopía del igualitarismo y la redención social para pisotear al pueblo, acabar con las libertades y construir una burocracia cuyos intereses son mucho más importantes que las necesidades de la gente.
Se dice que Maduro es uno de los seguidores más leales que tienen los hermanos Castro en el alto gobierno. Algunos se atreven a afirmar que gracias a su relación con los dueños de la isla, el presidente Chávez lo designó como su principal heredero político. Personalmente creo que ese fue uno de sus principales atributos para llegar al sitial que hoy ostenta, pero habría que agregar que en 14 años la revolución ha ido moliendo todos los liderazgos que pudieran hacerle sombra al comandante presidente, así que no es de extrañar que ante tan poco brillo en la élite del proceso, Maduro resalte.
El debut de Maduro en el escenario político como protagonista ha sido completamente contrario a los principios democráticos establecidos en la Constitución Nacional. El 4 de diciembre en un comunicado oficial, tipo entrevista con el Ministro Villegas, decidió que el periodo de gobierno de 6 años que comenzó el 10 de enero del 2006 no culmina el 10 de enero del 2013, sino cuando el TSJ lo decida. Absolutamente inconstitucional. Nadie ha expresado que el presidente pierde su condición de presidente electo, pero el gobierno fenece el 10 de enero y salvo que el mismo presidente lo ratifique, todo el tren ejecutivo deja de existir legalmente en esa fecha. Ellos se atreven incluso a desobedecer la orden del presidente cuando el 8 de diciembre dejó claro que en caso de que él no pudiera ejercer la presidencia se debía escoger a Nicolás Maduro a través de un nuevo proceso electoral.
Queda claro que para los herederos del proceso, la Constitución es un formalismo, un documento gelatinoso que bien sirve para instaurar el Estado comunal o para prolongar el periodo presidencial el tiempo que sea necesario. Maduro le ha dado un golpe de Estado a la Asamblea Nacional, que además está dirigida por uno de los hombres con más poder dentro del PSUV, Diosdado Cabello.
Maduro también expresó que se debe intensificar la “inteligencia revolucionaria”. Es decir, él quiere una sociedad de miedo donde el pueblo se convierta en delator del pueblo. Esa ha sido la herramienta más efectiva que ha tenido el régimen cubano para mantener una sociedad aterrorizada, dispersa y esclavizada. Ese fue el mismo método que usaron los nazis para delatar a los judíos y a todos aquellos que se atrevieran a apoyar a algún hebreo, permitiendo el exterminio de millones de judíos y que llevó al mundo a la segunda guerra mundial.
La historia nos ha enseñado que los extremos se tocan y Maduro comienza su pasantía por el poder dando demasiadas muestras de ser un extremista entregado ideológicamente al modelo cubano. Tanto el fascismo como el comunismo terminaron siendo unas experiencias políticas extremadamente autoritarias y criminales. A más de dos décadas de la caída del muro de Berlín parece que o auna parte del mundo olvidó los horrores que le trajo a la humanidad el sistema soviético, especialmente al pueblo de las repúblicas soviéticas y algunos, entre los cuales parece que se encuentra Maduro, creen que apalancándose en el poder del petróleo pueden revivir esas formas de gobierno. A los venezolanos nos esperan días duros, el odio y el terror serán utilizados como instrumentos de división y de dominio social, sin embargo yo confío en las reservas democráticas y morales del pueblo venezolano, que construirán un corta fuego al autoritarismo.
El radicalismo infantil de los principales herederos políticos de Chávez puede llevarlos a malgastar el capital político que les dejó el presidente Chávez. Siempre se puede estar peor y de pronto en los próximos meses hasta tendremos que extrañar a Chávez frente a las locuras de sus autodenominados hijos.
Carlos Valero
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