Los hechos son incontrovertibles. Hugo Chávez puso en manos de la Cuba castrista el manejo de importantes sectores del gobierno venezolano, incluyendo asesoría militar, la asesoría en, o hasta el manejo de, nuestra política exterior, el manejo de nuestros puertos, la coordinación de la protección personal del presidente, la salud del presidente, asesorías en el sector eléctrico, la compra a comisión de bienes y servicios en el exterior, las funciones de identificación y asesorías en materia agrícola, aun en rubros donde los Cubanos no tenían mucho que ofrecer. Como si todo esto fuera poco, Venezuela ha financiado a la Cuba castrista al tenor de unos $2500 millones al año, al suministrarle petróleo subsidiado, hasta gratis, dinero en efectivo para su uso sin condiciones y garantías multimillonarias para proyectos petroleros.
Más allá de toda esta insólita participación de los Cubanos en la vida nacional y de esta criminal entrega de nuestros recursos, el presidente Chávez ha sido por años un rehén intelectual de Fidel Castro, a quien ha tratado de imitar hasta en la manera de hablar, convirtiendo la figura presidencial venezolana en un Golem castrista. Nunca en nuestra historia habíamos visto un caso de tan supina entrega, de tan humillante sumisión, como la que Hugo Chávez ha mostrado frente a Fidel Castro y al régimen Cubano. Y ello ha ocurrido mientras la retórica oficial se llenaba de referencias a la soberanía nacional y a una segunda independencia. El fraude fue añadido a la traición.
La salida de la escena política de Hugo Chávez demanda una inmediata rectificación de la humillante situación de dependencia política que Venezuela tiene con la Cuba castrista. Se requiere una acción urgente que restituya la dignidad de la nación, severamente maltrecha por 14 años de abyecta sumisión al régimen castrista. Cada dia que Venezuela permanece en estado de coloniaje frente a un régimen politico miserable como el de los hermanos Castro pierde más prestigio en la comunidad internacional. Y lo que es peor, pierde decoro, auto-estima y el derecho a mirarse en el espejo sin avergonzarse.
Gustavo Coronel