El vicepresidente venezolano Nicolás Maduro, el sucesor designado del presidente Hugo Chávez, posee muchas de las virtudes necesarias para seguir adelante con la llamada Revolución Bolivariana: proviene de la clase obrera, tiene experiencia en política exterior y su pareja es una de las principales aliadas del mandatario.Sus críticos, sin embargo, dicen que el ex chofer de autobús que sólo terminó la secundaria podría tener problemas para controlar los bandos rivales al interior del chavismo. Tampoco esperan que exhiba el mismo carisma con el que Chávez se ha ganado una devoción casi de culto entre millones de pobres en este país rico en petróleo.
Por KEJAL VYAS /The Wall Street Journal
La capacidad de Maduro para galvanizar a los partidarios de Chávez podría ponerse a prueba en breve. El presidente padece “una severa infección pulmonar” y su salud es “delicada”, informó el gobierno la semana pasada. Chávez se encuentra en un hospital de La Habana y no ha sido visto en público desde que se sometiera a una cirugía el 11 de diciembre para tratar un cáncer reincidente.
Mientras tanto, crecen las especulaciones de que la enfermedad del mandatario, cuyos pormenores el gobierno mantiene en secreto, lo obligarán a dejar el poder después de 14 años, pese a haber sido reelecto en octubre. Chávez debería juramentar para un nuevo período en la presidencia el 10 de enero, tal y como lo contempla la Constitución.
Los aliados de Chávez ratificaron el sábado a Diosdado Cabello como presidente de la Asamblea Nacional. Cabello, un estrecho colaborador del mandatario, podría jugar un papel protagónico en las próximas semanas puesto que la Constitución estipula que le corresponde asumir la presidencia provisoria del país en caso de que se declare la ausencia absoluta de Chávez.
En una entrevista televisada el viernes por la noche, sin embargo, Maduro calificó la ceremonia de juramentación como “una formalidad” e indicó que podría postergarse en el caso de un presidente reelecto como Chávez. Es probable que los comentarios irriten a los políticos de oposición quienes han señalado que la incapacidad de Chávez para asistir a su juramentación es una muestra de que está demasiado enfermo para gobernar y que se debe convocar a nuevas elecciones, como lo estipula la Constitución en caso de que un jefe de Estado muera o quede incapacitado para ejercer sus funciones.
Las nuevas elecciones probablemente enfrentarán a Maduro contra el líder opositor Henrique Capriles, quien fue derrotado por Chávez en los comicios de octubre.
Una contienda electoral constituiría el primer desafío serio a las capacidades de liderazgo de Maduro. Pese a contar con una carrera pública de 15 años, muchos venezolanos sienten que Maduro, alto y con bigote, sigue siendo una incógnita y es más reconocido por su lealtad a Chávez que por su ideología o talentos.
Maduro se ha embarcado en una campaña nacional en las últimas semanas, donde ha tratado de canalizar la retórica del mediático Chávez, que puede pasar fluidamente de despotricar en un momento contra la política exterior estadounidense a cantar o a entrevistar a niños en el siguiente.
Pero Maduro casi nunca aparece en medio de la muchedumbre. Su voz se vuelve ronca a veces cuando trata de pronunciar apasionados discursos y en algunas entrevistas recientes se le ha visto consultando fichas de apoyo. Chávez cuenta con 3,9 millones de seguidores en Twitter mientras que Maduro no tiene una cuenta.
Los diplomáticos occidentales que tuvieron contacto con Maduro durante los siete años que pasó como ministro de Relaciones Exteriores lo describen como “afable” y menos confrontacional y emocional que Chávez. El gobierno colombiano, en particular, aprecia los esfuerzos de Maduro para impulsar un proceso de paz con la guerrilla respaldado por Venezuela. “Tiene una reputación internacional como alguien que no es un loco”, observó un diplomático en Caracas.
Al mismo tiempo, no obstante, se considera que Maduro es, entre quienes forman el círculo íntimo de Chávez, quien ha forjado los lazos más estrechos con Cuba y el régimen castrista. Los diplomáticos también creen que el Ministerio de Relaciones Exteriores bajo la batuta de Maduro afianzó las relaciones con China, Rusia e Irán. “Es una persona con la cual se puede dialogar, pero si habrá o no un acuerdo, eso es otra historia”, dice un diplomático extranjero en Caracas.
Maduro tuvo una conversación telefónica con Roberta Jackson, subsecretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, la diplomática estadounidense de mayor rango en América Latina, pero también fustigó recientemente al presidente Barack Obama por calificar las políticas de Chávez como autoritarias durante una entrevista.
Hijo de una familia de clase baja en Caracas, Maduro asistió a un colegio público, se integró a una organización de la juventud socialista y tocó el bajo en un grupo de rock llamado Enigma. Posteriormente, manejó un autobús conectado al sistema de metro de Caracas y pasó a ser dirigente sindical. A la postre, obtuvo un escaño en el Congreso.
Los analistas dicen que le debe gran parte de su rápido ascenso a Cilia Flores, su pareja desde hace mucho tiempo. Flores, una abogada que fue una de las primeras seguidoras del chavismo, defendió a Chávez después de su fallido intento de golpe de estado en 1992 y ayudó a negociar su liberación de la cárcel dos años después.
“Son una pareja del poder, cuando ascendía uno, también lo hacía el otro”, dijo Juan Carlos Zapata, un periodista venezolano que ha seguido de cerca los años del comandante en el poder.
Maduro y Flores ascendieron al poder en el inicio de la presidencia de Chávez, cuando ambos sustituyeron a líderes del partido que el propio Chávez consideraba excesivamente moderados durante negociaciones con la oposición. Chávez no quería cambios en sus proyectos de ley y Maduro cobró fama por conseguir que fueran aprobados intactos. Los diplomáticos que se han reunido con Maduro también lo describen como un hombre espiritual.
El vicepresidente y Flores son fieles seguidores del fallecido místico hindú Sathya Sai Baba, quien durante su adolescencia se proclamó como la reencarnación de otro joven santo indio que había fallecido. Como ministro de Relaciones Exteriores, Maduro realizó al menos tres peregrinaciones a la localidad de Puttaparthi, la residencia del gurú en el sur de India. Una foto de Maduro y Flores sentados en el piso junto a Sai Baba ha circulado ampliamente en las páginas web venezolanas de noticias.
“La principal característica de Maduro es su relación cercana con Chávez”, dijo Aníbal Romero, un politólogo retirado de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. “Siempre está tratando de acercarse a él, de ser visto con él”, afirmó.
Un mes después del fallecimiento de Sai Baba en abril de 2011, el Parlamento venezolano redactó una resolución oficial que lo reconoce como un líder espiritual y lo califica como un “alma grande” en la misma categoría que “Mahatma Gandhi y la Madre Teresa”.
Ahora que Chávez tiene una complicada recuperación por delante, Maduro les ha pedido a las personas de todas las religiones en este país predominantemente católico que oren por el presidente. Incluso asistió a un servicio en honor a Chávez en el Centro Islámico de Caracas.
El ascenso de Maduro desde sus inicios como chofer de autobús se ha prestado a las bromas de la oposición. “Nicolás era chófer de autobús en el metro y cómo se han burlado de él, la burguesía se burla”, dijo Chávez el 10 de octubre al nombrarlo vicepresidente. “Mira donde va Nicolás, el autobusero”.
Un ex alto diplomático mexicano que se ha reunido con Maduro no salió impresionado. “Carece de experiencia y le costará mantener la unidad”, aseveró.
—José de Córdoba y Dan Molinski contribuyeron a este artículo.
Video AFP