La nueva investigación judicial sobre la muerte de Amy Winehouse en 2011 celebrada este martes en Londres confirmó que la joven cantante británica falleció de forma accidental tras ingerir una gran cantidad de alcohol.
La investigación tuvo que repetirse después de la dimisión de la juez forense que presidió la primera vista en octubre de 2011 por carecer de las calificaciones necesarias para ejercer el cargo en el Reino Unido.
Tras revisar todas las pruebas, la nueva encargada del caso en el tribunal forense de St Pancras, Shirley Radcliffe, dijo que la ‘diva trash del soul’ murió de “intoxicación etílica”, agregando que la cantidad de alcohol que tenía en el organismo estaba “comunmente asociado a muerte”.
Durante la audiencia de este martes se recordó que Winehouse tenía 416 miligramos de alcohol por decilitro de sangre, una tasa de alcoholemia cinco veces superior a la permitida para conducir en el Reino Unido, que es de 80 mg.
Winehouse fue hallada muerta el 23 de julio de 2011 en su domicilio del barrio londinense de Camden, donde la policía encontró tres botellas de vodka.
La autopsia, realizada dos días después, no pudo establecer formalmente las causas del deceso pero unos exámenes toxicológicos posteriores revelaron en agosto la presencia de alcohol, aunque no de drogas.
A sus 27 años, la intérprete de “Rehab” tenía un largo historial de problemas con las drogas y el alcohol, y de estancias en centros de desintoxicación, pero varios testigos indicaron durante después de su muerte que había dejado de beber y de consumir drogas durante las tres semanas anteriores.
En la primera vista, la juez forense Suzanne Greenaway estableció que la ‘diva trash del soul’ murió de manera accidental a raíz de la ingesta de una gran cantidad de alcohol tras de un período de abstinencia.
Greenaway, una abogada australiana, tuvo que dimitir en enero de 2012 después de que se revelara de que carecía de los cinco años de experiencia en el Reino Unido requeridos para optar al puesto, al cual fue además nombrada por su marido, Andrew Reid, juez forense que renunció en diciembre pasado.
La investigación judicial, conocida como ‘inquest’ en el derecho británico y conducida por un juez forense, tiene como objetivo establecer las circunstancias exactas de los fallecimientos de naturaleza violenta o sin explicación, pero no conduce a un juicio ni pretende establecer responsabilidad penal o civil.
Amy Winehouse, dotada de un gran talento y de una extraordinaria voz, estaba considerada una de las mejores cantantes británicas de su generación.
Su segundo y último álbum de estudio, “Back to Black”, en 2006, fue un enorme éxito internacional que le valió cinco premios Grammy, especialmente gracias al tema “Rehab” en el que cantaba de forma premonitoria “trataron de enviarme a un centro de desintoxicación, yo dije no, no, no”.
Pero sus excesos y adicciones rápidamente eclipsaron su música, sobre todo cuando le impidieron cumplir con sus compromisos y terminar conciertos.
Tras su muerte, volvió encabezar una vez más las listas de éxitos internacionales con el álbum póstumo “Lioness: Hidden Treasures”, que incluía algunos temas inéditos.
AFP