Venezuela es, indiscutiblemente, el líder de la región, pero en materia inflacionaria, pues una vez más cerró el año con un Indice Nacional de Precios al Consumidor (INCP) cinco veces mayor al promedio en la región latinoamericana, publica El Carabobeño.
Luis Carías | lcarias@el-carabobeno.com
Socios comerciales directos de Venezuela con afinidad política con el proyecto socialista del presidente Hugo Chávez, como Bolivia o Ecuador bajaron el telón en 2012 con una inflación de 4,5% y 4,2%, respectivamente, mientras que Argentina tiende a confundir.
Si bien las cifras oficiales en el país sureño dan 10% de inflación para el cierre de 2012, hay gran opacidad en los números revelados, por lo que hay abierto un debate entre números públicos y privados. En el segundo grupo alertan de un INPC de 25%, sería entonces el más alto de la región.
Fuera de la diatriba política, otros países de la región tienen inflaciones que en algunos casos es más controlada y en otros, un tanto disparada. Es así como Colombia exhibió 2,4% de aumento en el precio de sus bienes y servicios durante 2012; 5,7% en Brasil; 4% en Paraguay; 1,5% en Chile; 2,6% en Perú y 7,5% en Uruguay. Todo dista del 20,1% que reportó el Banco Central de Venezuela (BCV).
Para este año, las expectativas oscilan entre 14% y 16%, sin embargo los economistas prevén que cerrará mucho más alto de las estimaciones por el alto déficit fiscal en 2012 y debido a que esperan una devaluación de la moneda en cualquier momento.
Tan cerca, tan lejos…
¿Cuál es, entonces, la diferencia con estos países, cuyos dígitos inflacionarios son claramente controlados? El economista Jesús Casique explica que para abatir el fenómeno el Gobierno acudió a los controles, los cuales han generado fuertes distorsiones en el mercado.
La diferencia con otros países de la región, observa el también economista Gustavo Rojas, es que sus economías son abiertas, pues hay estabilidad e incentivan la inversión privada, lo cual permite mayor producción y oferta de bienes. En cambio, en la Venezuela del siglo XXI, un Gobierno hostil hacia la empresa privada alumbra el escenario, desestimulando la inversión. Coincide Casique, quien recuerda el gran número de expropiaciones a empresas, profundizando la escasez que cerró 2012 en 16,3%, la más alta en los últimos 33 meses.
No sólo se habla de la escasez de producto en los anaqueles, sino de divisas en la calle. Para septiembre de 2012, el Sitme ofertaba 40 millones de dólares diarios, pero desde noviembre la cifra ha descendido dramáticamente a 18 millones de dólares aproximadamente. “Eso tiene a la economía trancada y sin oxígeno”, asomó Casique.
Otra diferencia, apunta Rojas, es la independencia del Banco Central. En otros países se controla la impresión de dinero, porque son independientes del Gobierno, pero aquí se acelera para financiar a Pdvsa, a través de la compra de bonos.
La combinación de más liquidez monetaria y menos producción sólo tiene un fin: más inflación. Más dinero, pero menos productos.
La combinación de estos factores genera desconfianza en las autoridades, al punto que la inversión extranjera directa no fue mayor de un mil 800 millones de dólares en 2012, en comparación con los 43 mil millones de dólares que hubo en Brasil o los siete mil millones en Colombia.
La economía y sus controles
Los controles suelen establecerse cuando existe alguna distorsión a corregir, pero con una condición: a corto plazo, pues así logran equilibrar las cuentas.
Cuando se mantiene por más de un año, deben sufrir ajustes periódicos, asevera Casique, mientras que Rojas manifiesta que la inflación promedio anual en Venezuela es mucho mayor desde el año 2003 cuando se implantaron los primeros controles en el país.
Aquella promesa
Un tema trillado, una promesa inconclusa. El año 2007 el Banco Central de Venezuela prometió, por vez primera, reducir la inflación a un dígito, algo que no se observa en el país desde hace más de tres décadas.
La promesa, narra Casique, se originó a raíz de la reconversión monetaria que hubo en el año 2008, sin embargo, desde entonces, la inflación acumulada es de 218,9%. “Un dígito muy lejos de presentar algún tipo de control gubernamental”.
El objetivo no se cumplió, lamenta Casique, y desde entonces se han generando distorsiones como el continuo aumento en la liquidez monetaria (impresión de dinero), controles de precios y de cambio, así como expropiaciones.
Según Rojas, sólo hay una salida para bajar la inflación a un dígito: cambiar el modelo económico, pues el actual sólo genera inflación y una escasez galopante.
Claro como el agua
Las medidas a tomar para abatir la inflación, de acuerdo a Rojas, es generar confianza en la inversión privada, así como cesar las expropiaciones, fiscalizaciones y persecuciones y controlar la expansión de dinero. Casique acota también disciplina fiscal y monetaria.
A juicio de Rojas, al generar confianza, las empresas tienen incentivos para traer dólares al país e invertir. Actualmente, compran dólares para sacar su dinero y protegerlo en el exterior. “Generando confianza es posible dar estabilidad al precio del dólar”.
Una de las economías más reprimidas
Venezuela tiene un puntaje de 36,1 en cuanto a libertad económica, ocupando así el lugar 174 de 177 países que mide el Indice de la Fundación Heritage, con lo cual el país está entre las economías más reprimidas del mundo. De acuerdo a la edición de 19 del Indice de Libertad Económica elaborado por The Heritage Foundation, sólo Cuba supera a Venezuela como una economía menos libre. Según el estudio, en las regiones de Africa Subsahariana, Asia-Pacífico, Medio Oriente, NorAfrica y América Latina la libertad económica se redujo o se mantuvo sin cambios. El índice 2013 señala que la libertad económica global continuó disminuyendo debido a la inestabilidad y el estancamiento económico provocado por las crisis financieras en los países desarrollados.
El resultado de Venezuela obedece a la “corrupción, poca protección a la propiedad privada, la expansión del gasto público, larga tradición de mal gobierno y debilidad del imperio de la ley”, según Cedice Libertad. El índice demuestra que la libertad económica en Venezuela ha sido severamente obstaculizada por la intervención del Estado en todas las actividades. La economía está cada vez más estancada, mientras el sector público “es abultado e ineficiente”, la economía informal se incrementa, irrespeto permanente y poca protección a derechos de propiedad, destaca Cedice.