La trágica muerte de 231 personas en Santa María, ciudad ubicada al sur de Brasil, conmovió al mundo entero: la mayoría de las víctimas eran jóvenes y habían acudido a escuchar la banda Pimenta & Seus Comparsas en vivo. Este mismo conjunto, según los testigos, arrojó la bengala que quedó prendida al techo y desató la catástrofe.
Distintos medios locales reportaron que el número de víctimas fatales hubiera podido ser menor si la discoteca hubiera contado con las puertas de emergencia en orden. La evacuación inmediata del lugar se vio dificultada porque solo una de las salidas funcionaba.
Los bomberos se vieron obligados a abrir un agujero en una de las paredes para sacar a los asistentes con mayor rapidez. Las víctimas murieron asfixiadas. Decenas corrieron hacia los baños, pero esto provocó una estampida y fallecieron aplastadas.
La prensa brasileña informa, además, que Kiss Club no contaba con la pertinente habilitación, dado que el permiso había expirado en agosto de 2012.
Esto recuerda a la tragedia de Cromañón, sucedida en 2004 en Buenos Aires, Argentina, cuando una bengala incendió el techo de un boliche durante una presentación de la banda Callejeros. Las salidas estaban bloqueadas y el local no tenía las autorizaciones correspondientes. En dicha ocasión, murieron 194 personas.