Concluye hoy en Santiago de Chile la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un foro que se dice depositario de valores tales como la promoción de la democracia y la vigencia de los Derechos Humanos en la región. Al término del encuentro, Cuba recibirá la presidencia pro témpore del grupo. Parece un chiste, pero de ahora en más el tirano Raúl Castro, que encabeza una de las dictaduras más antiguas del planeta, tendrá en sus manos la facultad de aplicar en Latinoamérica una cláusula democrática y medir el nivel de respeto a la dignidad humana en los países que componen el citado mecanismo de concertación política.
Fruto del odio y la persecución de que es objeto por la secta de países bolivarianos tras la destitución constitucional por “mal desempeño de sus funciones” de Fernando Lugo, el Paraguay volvió a estar ausente de un encuentro regional, en este caso la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que concluye hoy en Santiago de Chile.
Desde luego, es lamentable que el Paraguay haya perdido la ocasión de participar en esta oportunidad de la reunión de mandatarios de la Unión Europea y América Latina y el Caribe, que se efectuó en el marco de la cumbre, y que reunió a unos 60 jefes de Estado y de Gobierno de uno y otro lado del Atlántico. Tal vez no tanto por las decisiones “trascendentes” que allí pudieron haberse adoptado, sino por el hecho de que nuestro país no merece ser objeto de un trato excluyente y denigratorio por parte de nadie. No obstante, existen otras consideraciones de fondo que es útil observar y considerar.
Como es bien sabido, desde el 22 de junio del año pasado –por instigación de algunos espacios ideológicamente radicalizados, como los constituidos por el eje de naciones bolivarianas– nuestro país es objeto de todo tipo de marginamientos y sanciones por haberse apartado de la “senda de la democracia”, sistema político del que ellos, no sin cierto dejo de ironía, se creen en el derecho de proclamarse auténticos intérpretes y defensores.
En este marco, es llamativo que países tan poco respetuosos de la institucionalidad democrática, como es el caso de Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela –país que ostenta actualmente un gobierno trucho por haberse constituido y funcionar al margen de los preceptos constitucionales–, participen sin ningún inconveniente en cuanta cumbre presidencial exista, y que el Paraguay sea excluido de dichas reuniones.
En la fecha, Chile transmite a Cuba la presidencia pro témpore del bloque. La dictadura más antigua del continente se erigirá así en vocera de toda la región latinoamericana y caribeña, y el tirano Raúl Castro fungirá nada menos que de intérprete de las aspiraciones de esta parte del mundo y heraldo de los principios en torno a los cuales se pretende construir este espacio integrador.
Entre estos principios se destaca –¡oh ironía!– la promoción de la democracia. En efecto, la Celac suscribió en diciembre de 2011 una “Declaración Especial sobre la Defensa de la Democracia y el Orden Constitucional”.
En el documento, los presidentes acordaron “adoptar una cláusula de compromiso con la promoción, defensa y protección del Estado de Derecho, del orden democrático (…), los Derechos Humanos y las libertades fundamentales, incluyendo entre otros el derecho a la vida, la libertad y la seguridad de la persona, el no sometimiento a torturas ni penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, el no ser arbitrariamente detenido, preso o desterrado, ni objeto de ejecuciones sumarias y arbitrarias, de desapariciones forzadas, y la libertad de opinión y expresión”.
Desde ya, y solo con la información que a diario es propalada por los medios de comunicación, nuestro amable lector está en condiciones de concluir si estos valores fundamentales de la democracia y la dignidad humana están vigentes en Cuba, país en el que hasta una simple bloguera como Yoani Sánchez es sistemáticamente perseguida por difundir verdades que molestan profundamente al siniestro gobierno que tiraniza la isla caribeña desde hace más de medio siglo.
Pero el sinsentido no termina allí. En caso de que en algún país miembro de la Celac se produjese una “ruptura del orden constitucional”, Cuba deberá convocar a una reunión extraordinaria de cancilleres para que se analice la situación y, de acuerdo a los resultados de la misma, “suspender al Estado en que se hubiese materializado la ruptura del orden constituido, o del Estado de Derecho, del derecho a participar en los órganos (…) de la Celac”.
Aquí es donde el cinismo que se ha apoderado de prácticamente toda la dirigencia política regional no tiene parangón. Durante todo el presente año, Cuba estará en condiciones legales de imponer sanciones a cualquier país de la región por apartarse de la senda de la democracia. El dictador Castro, con plenas facultades para definir cuáles naciones son plurales y abiertas y cuáles no; en cuáles de ellas se respetan los derechos humanos y en cuáles se violentan.
Nos preguntamos, ¿cómo es posible que se haya llegado a tal deterioro y decadencia en nuestra región? ¿Cuándo y por qué circunstancias la hipocresía se apoderó de forma tan perversa de las relaciones entre nuestros países? El Paraguay excluido de participar activamente en la comunidad internacional por un supuesto apartamiento de la legalidad constitucional, y Cuba entronizada en juez y árbitro de la democracia. ¡Para no creerlo!
A medida que el tiempo va pasando, los hechos confirman que se ha cometido una tremenda injusticia contra el Paraguay y los paraguayos. Un grupo de autoproclamados intérpretes de la verdadera democracia nos impuso sanciones arbitrarias en nombre de principios que no solo ellos mismos desconocen, sino que hasta desprecian, como lo revela fehacientemente ahora el hecho de proclamar al tirano Raúl Castro como custodio de un sistema de gobierno que es desde luego inexistente en la atribulada isla que él y su hermano sojuzgan desde hace ya más de cinco interminables décadas.
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