El carnaval entró hoy en su cuarto día en Brasil con la atención puesta en la última noche de desfiles de las escuelas de samba de Río de Janeiro, mientras decenas de miles de personas siguen en las calles el ritmo de las comparsas.
Más allá de las juergas que corren sueltas en todas las ciudades y pueblos del país, las miradas de la mayoría de los brasileños se dirigieron al Sambódromo de Río de Janeiro, donde la primera noche de desfiles de las escuelas de samba concluyó casi con los primeros rayos del sol de hoy.
La última de las seis escuelas que desfiló en la primera de dos intensas jornadas fue la de Portela, una de las más tradicionales de Río de Janeiro, que rindió homenaje al popular barrio de Madureira, un suburbio carioca que es una de las cunas de la samba y de las religiones afrobrasileñas.
Uno de los protagonistas del desfile de Portela, que se presentó ante las cerca de 80.000 personas que se apiñaron en el Sambódromo, fue el príncipe Alberto de Mónaco, ataviado con una camiseta azul, color que identifica a la escuela, y un sombrero blanco típico de Río de Janeiro y que suelen usar los seguidores de la samba.
Antes habían pasado las escuelas de Inocentes de Belford Roxo, Unidos da Tijuca, União da Ilha do Governador, Salgueiro y Mocidade Independiente, algunas de las cuales dedicaron sus desfiles a países o asuntos totalmente ajenos al carnaval, que en otras épocas solía centrarse en temas propios de Brasil y en especial de sus favelas.
Los más claros ejemplos de los nuevos rumbos del carnaval fueron Inocentes de Belford Roxo, con un homenaje a la inmigración coreana; Unidos da Tijuca, que centró su desfile en las tradiciones alemanas, y Mocidade Independiente, que fundió la samba con el rock en una presentación dedicada al festival Rock in Rio.
Ese viraje de la fiesta más popular del país sorprendió a muchos críticos y puristas que dijeron añorar antiguos carnavales que, al mismo tiempo que divertían a la gente, hundían el dedo en la llaga de las desigualdades sociales o servían para protestas políticas hoy totalmente ausentes.
El crítico cultural Artur Xexeo, un veterano observador de los carnavales cariocas, atribuyó esa tendencia al hecho de que la gran mayoría de las escuelas cuenta hoy con empresas patrocinadoras que aportan millones de dólares y “no quieren ver ninguna crítica”.
Xexeo admitió que, ante los elevados costes de unos desfiles que año a año son cada vez más “profesionales” y demandan hasta quince millones de dólares para algunas escuelas, “no es posible” organizar la fiesta sin apoyo privado, sobre todo porque el carnaval nace y se organiza en las empobrecidas favelas.
No obstante, aseguró que debido a esos patrocinadores “se asiste este año a la más insólita colección de temas de la historia de los carnavales” de Río de Janeiro, que de ese modo “se transforman en una fiesta con cada vez menos gracia”.
Los desfiles en el Sambódromo serán retomados esta misma noche, cuando por la “la pasarela de la samba” pasarán las escuelas de Sao Clemente, Mangueira, Beija Flor, Académicos Grande Río, Imperatriz Leopoldinense y Unidos de Vila Isabel, todas nacidas en las favelas que trepan por los cerros de Río de Janeiro.
Ajenas al espectáculo del Sambódromo, las comparsas callejeras conocidas como “blocos” y que encarnan el espíritu más popular y participativo de la fiesta mantuvieron ocupadas hoy las calles de Río de Janeiro con sus frenéticos ritmos, seguidas por decenas de miles de personas que bailaban y cantaban sin parar.
Uno de los “blocos” más concurridos este lunes fue el “Sargento Pimienta”, que a tono con los nuevos tiempos del carnaval carioca anima a sus seguidores con canciones de “The Beatles” tocadas en ritmo de samba.
La locura del carnaval también tomó cuenta de otras ciudades del país que atraen millones de turistas para estas fiestas, como Recife y Salvador de Bahía, donde la juerga ocupa las calles y es animada por conocidas estrellas de la música popular, como Daniela Mercury, Ivette Sangalo o Carlinhos Brown. EFE
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