Una pasajera del “Triumph” demandó hoy a Carnival, propietaria de ese crucero, por la “horripilante” vivencia de pasar casi cinco días en ese barco sin propulsión a motor y con suministro eléctrico muy limitado, lo que terminó convirtiéndolo en “un retrete flotante”.
“La demandante se vio obligada a subsistir durante días en un retrete flotante, en una placa de Petri (recipiente para el cultivo de bacterias en laboratorios) flotante, en un infierno flotante”, asegura el texto de la demanda, de diez hojas, presentada este viernes ante el Tribunal del Distrito Sur de Miami.
La firmante de la demanda es Cassie Terry, residente en Brazoria (Texas) y quien asegura que resultó “herida como consecuencia de las condiciones innavegables, insalubres, inseguras y, en general, despreciables del barco”, que, en su opinión, fueron “creadas por la conducta ilícita y negligente” de Carnival, la mayor operadora de cruceros del mundo.
Esta demanda fue presentada tan solo horas después de que las 4.229 personas que viajaban a bordo del “Triumph” por el Golfo de México desembarcaran en Mobile (Alabama) y se acabara así un periplo que había comenzado el 7 de febrero desde Galveston (Texas) como un plácido crucero caribeño de cuatro días.
Al tercer día de navegación, se generó un incendio en la sala de máquinas que dejó la embarcación a la deriva, sin propulsión a motor y dependiendo sólo de los generadores auxiliares. Pronto empezaron a escasear los alimentos y la temperatura en los camarotes no se podía controlar.
La rotura de uno de los cables del remolcador principal, el fuerte viento en contra, las corrientes hacia el este y la estrechez del canal de entrada a la bahía de Mobile hicieron que el periplo se prolongara por ocho días. En el tramo final casi no había retretes funcionando y no había comida caliente ni sistemas de refrigeración.
Todo ello, sumado a que sólo funcionaba un ascensor y que el suministro eléctrico era limitado, hicieron que el tramo final se hiciera muy desagradable para gran parte de los pasajeros del barco.
“Hasta que los pasajeros desembarcaron, se vieron obligados a soportar condiciones deplorables, inseguras e insalubres, incluyendo pero no limitado a, temperaturas sofocantes, falta de energía y aire acondicionado, falta de agua caliente o corriente, y falta de sanitarios funcionando”, relata la demandante.
Añade que “cuando finalmente el barco recibió la ayuda de los remolcadores para llevarlo a la costa lentamente, la demandante temió por su vida y seguridad, bajo la constante amenaza de contraer una enfermedad grave por las aguas residuales que llenaban el barco o de resultar herida”.
“Durante el horripilante y atroz remolque de vuelta a Estados Unidos, el barco se inclinó varias veces con brusquedad, haciendo que los excrementos humanos se derramaran de los baños que no funcionaban y se inundaran los pasillos y salones”, continúa la demandante, quien asegura que los olores eran “horrendos e insoportables”.
Igualmente, dice que se vio obligada a “sortear heces humanas” para llegar a las colas en las que había que esperar horas para recibir “raciones de alimentos en mal estado” y que, en definitiva y a causa de la negligencia de Carnival, sufrió “heridas físicas y una inmensa e incalculable angustia mental”.
Aunque en reiteradas ocasiones cita lo de las heridas físicas, en ningún momento de la demanda detalla cuáles son.
Lo que sí apunta reiteradamente es que todo este periplo le provocó “ansiedad, nerviosismo, pérdida del disfrute de la vida y otros daños relacionados” e hizo que su soñado crucero acabara en “triste e insoportable viaje en deplorables e insalubres condiciones”.
Por todo ello, pide un juicio con jurado y reclama compensaciones “ejemplarizantes” por los daños físicos y emocionales, aunque no las cuantifica, y que se le paguen sus costas en el proceso.
El barco, de catorce plantas de altura, 275 metros de eslora y 100.000 toneladas de peso, tiene bandera de Bahamas. Sin embargo, su propietaria, Carnival, tiene sede en Miami. Ese es el motivo por el el que la demanda ha sido presentada en esta ciudad de Florida (EE.UU.). EFE