Los ecuatorianos votan este domingo en una jornada que proyecta un triunfo arrollador del presidente Rafael Correa, quien ampliaría su mandato hasta 2017 para radicalizar, según ha dicho, sus políticas socialistas.
Las urnas fueron abiertas a las 07H00 locales (12H00 GMT) y cerrarán diez horas después. Al declarar inaugurado el proceso, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Domingo Paredes, llamó a votar masivamente.
En algunas escuelas de Quito ya se observaba la llegada de electores, mientras que en Guayaquil (suroeste) -núcleo comercial y la más populosa del país- la jornada arrancó con lluvia.
Correa, un economista de 49 años a quien encuestas atribuyen una popularidad de hasta un 80%, sería reelegido en primera vuelta como ya lo logró en 2009 en comicios anticipados, tras promulgarse en 2008 una nueva Constitución impulsada por él.
Las últimas encuestas privadas difundidas el sábado por la noche le otorgan entre 64,1% y 68,1% de intención de voto, lejos de sus siete oponentes.
La firma Market ubica segundo al banquero Guillermo Lasso con un 16,4% de apoyo, mientras que el estudio de la compañía CMS pronostica que el aspirante de derecha sacaría un 20,5%.
Para evitar un balotaje el mandatario requiere del 50% más uno de los sufragios válidos (sin blancos ni nulos) o un 40% de éstos y una diferencia de al menos 10 puntos sobre el segundo.
Según Market, detrás de Lasso se ubicarían el derrocado exmandatario Lucio Gutiérrez (7,3%), el izquierdista Alberto Acosta (4,5%) -exaliado de Correa-, el magnate Álvaro Noboa (3,6%) -que ya pretendió el cargo cuatro veces, en tres de las cuales fue finalista- y el derechista Mauricio Rodas (2,5%).
Con menos de un punto aparecen el pastor evangélico Nelson Zavala (0,9%) y el izquierdista Norman Wray (0,8%).
En la de CMS, Acosta figura tercero (3,26%) y Gutiérrez cuarto (2,70%).
Los ecuatorianos también acuden a las urnas para elegir a sus representantes al Congreso. Según el director de CMS, Santiago Cuesta, Correa obtendría con su movimiento Alianza País (AP) una mayoría absoluta con entre 60% y 65% de los 137 escaños.
Actualmente AP tiene el principal bloque, pero no alcanza a ser mayoría, por lo que Correa se planteó como objetivo clave consolidar su fuerza en el Legislativo para sacar adelante proyectos pendientes y otros con los que éste crítico del neoliberalismo dice que hará “irreversible” su “revolución ciudadana”.
De hecho, durante la campaña advirtió que no descartaba un adelanto de elecciones generales, como prevé la Carta Magna, en caso de un bloqueo parlamentario de la oposición.
La falta de una mayoría legislativa no le ha permitido al gobierno ver aprobadas normas como la ley de comunicación, que plantea un nuevo reparto de frecuencias y nuevas regulaciones.
Esa ley es impulsada por el oficialismo en el marco de una pugna que Correa mantiene con un sector de la prensa privada, que le ha dado fama de agresor de la libertad de expresión.
En contrapartida, en agosto el mandatario le concedió asilo al fundador del portal WikiLeaks, Julian Assange, quien está alojado desde junio en la embajada de Quito en Londres para evitar una posible extradición a Estados Unidos, donde se le indaga por presunto espionaje tras haber filtrado información secreta.
Correa también se propone desarrollar la minería a gran escala, una cuestión que se vislumbra conflictiva por el rechazo de sectores indígenas.
Asimismo, ha reconocido una “deuda” en el tema agrario, por lo que anunció que promoverá una ley sobre redistribución de tierras, y de otro lado una reforma a la seguridad social.
Aliado del presidente venezolano Hugo Chávez, el jefe de Estado anticipó que si es reelecto este será su último mandato.
Correa, que asumió en 2007 y ha sido una de las voces fuertes de la izquierda latinoamericana, es el que más ha durado en el cargo desde 1996. En ese período Ecuador -de 15,5 millones de habitantes- tuvo ocho gobernantes (tres de ellos derrocados).
Su gran aceptación es el resultado de la estabilidad política y económica y de los proyectos sociales y de infraestructura que ha desarrollado con los fondos del petróleo.
Luego de modificar los contratos con las multinacionales petroleras a favor del Estado y de renegociar la deuda externa ecuatoriana, el mandatario destaca haber reducido la pobreza: el Banco Mundial la situaba en 28,6% a diciembre de 2011, pero el gobierno asegura que se ubicaba en 16% en diciembre último.