En el mes de los enamorados abundan las cenas románticas, los regalos y los encuentros entre parejas. Sin embargo, tus deseos sexuales son bajos y la intimidad se está volviendo un problema. ¿Has pensado que la culpa puede ser del tratamiento que te indicó el médico? Descubre más detalles sobre este tema, y no dejes que el botiquín se meta en tu cama. Si es necesario, habla con tu doctor.
Los medicamentos son armas poderosas que nos ayudan a combatir condiciones tan variadas como la depresión, el colesterol alto o la hipertensión. Pero a veces también pueden afectar tu relación de pareja de distintas maneras, desde reducir la libido o el deseo sexual hasta generar la disfunción sexual.
Esto se debe a que, tanto el deseo como el funcionamiento sexual dependen de condiciones físicas y mentales. Por ejemplo, la libido y la excitación sexual se producen gracias a la interacción de ciertas hormonas, como la testosterona, y otros químicos que produce el cerebro, como la dopamina y la serotonina. Por eso, cualquier medicamento que suprima o interfiera con estas sustancias afectará la forma en que la persona reacciona sexualmente. Entre ellas, por ejemplo, las medicinas que regulan los estados de ánimo o la presión arterial y las que producen síntomas como letargo, confusión, aumento de peso o somnolencia.
Hace poco me visitó una paciente por un control de rutina y me comentó angustiada que desde que su marido se había enterado que tenía presión alta ya no era el mismo en la cama. Ella pensaba que él estaba tan preocupado por los cuidados que tenía que tener desde que le dieron el diagnóstico (que para él eran limitaciones, como dejar de comer sus alimentos favoritos porque eran muy salados), que ya ni le daban ganas de tener sexo.
Pero estaba equivocada. No eran las preocupaciones las que afectaban la vida sexual de su marido, sino uno de los medicamentos que le había indicado el médico. Fue así que le recomendé que lo visitara nuevamente para revisar las medicinas que había empezado a tomar y que buscaran nuevas alternativas para mantener la presión a raya sin modificar su libido.
A ti podría pasarte algo parecido, aunque tu presión esté en buenas condiciones, pues los medicamentos para controlar la hipertensión no son los únicos que pueden tener este efecto. Por eso, si notas que tus deseos o tu desempeño sexual no son los mismos, y no hay ninguna causa aparente, fíjate si estás tomando alguna de las siguientes medicinas:
Antidepresivos, ya que algunos pueden retrasar la respuesta sexual y dificultar llegar al orgasmo.
Ansiolíticos, que combaten la ansiedad pero algunos también afectan el deseo y el desempeño sexual.
Anticonvulsivos (se indican en casos de epilepsia), algunos pueden causar disfunción eréctil en el hombre y sequedad vaginal en las mujeres.
Antihistamínicos o antialérgicos, ya que, en algunas personas, disminuyen la sensibilidad, la excitación sexual y hasta pueden causar disfunción eréctil o incapacidad para llegar al orgasmo.
Relajantes musculares, que algunas veces también pueden impedir que quien los toma alcance el clímax.
Analgésicos incluso los de venta libre en dosis elevadas y/o pequeñas cantidades de los narcóticos (como la morfina y la metadona) en algunas personas, pueden interferir con la habilidad de desempeñarse sexualmente.
Algunos medicamentos para bajar la presión alta y los diuréticos, que ayudan a controlar tu presión arterial, en algunas personas, pueden interferir en el encuentro sexual.
Algunos medicamentos que se usan para el tratamientos del cáncer, de la enfermedad de Parkinson y de la acidez estomacal, en algunas personas.
Si tú o tu pareja están tomando alguno de los medicamentos de esta lista, consulten a su médico sin pena. Quizá se pueda disminuir la dosis, sustituir por otro medicamento o buscar una solución diferente. Lo importante es que lo consulten con su médico o con un especialista y que nunca dejen de tomar un medicamento recetado sin autorización del médico.
Si has notado disminución en tu interés o deseo sexual o disfunción sexual y estás tomando alguno de los medicamentos, quizá hayas identificado la posible causa, aunque recuerda que puede haber otras causas como la enfermedad cardiaca o la diabetes. Sin embargo, independientemente de la causa, frecuentemente hay solución. Lo importante es que ahora tienes más información y sabes que sea esta u otra la causa, se puede encontrar una solución para que puedas a volver a gozar y a disfrutar de una vida sexual segura y saludable. ¡Anímate!