El que se fue no hace falta.. hace falta el que vendrá.. en el juego de la vida.. unos vienen y otros van.
En efecto, hace falta el que vendrá a poner órden en este arroz con mango, a limpiar los establos de PDVSA y de la CVG, los resbaladeros de gorilas del ejército y la GN y los pútridos palos de gallinero de la Asamblea Nacional y del Tribunal Supremo.
Ya lo estamos viendo llegar. Parece jóven, animoso, lleno de indeclinable optimismo, renuente a sentarse a dialogar con malandros y a permitir que se vayan tranquilos a disfrutar del dinero mál habido. Demás está decir que no es el que llaman el Tigre.
Viene a integrar a Venezuela, de nuevo, en el mundo democrático, a romper con los estados forajidos del Alba, Irán, Zimbabue, Siria, Bielorrusia y Corea del Norte. Nada de regalos a parásitos latinoamericanos. Nada de besuqueos con travestís brasileños. Nada de seguir repartiendo limosnas o regalando los bienes de la nación. El que vendrá nos exhortará a trabajar y a ocupar el sitio que abandonamos, por los complejos del sociópata, en el grupo civilizado de naciones.
Cuando Tito Rodríguez escribió esta canción parecía haber estado viendo al viajero que, años después, partíría a cada instante hacia La Habana, buscando la “tranquilidad” que ya no sentía tener en su país. Le confiaba a sus allegados: “La gente solo se me acerca a pedirme dinero, una casa, un empleo. Estoy harto”. Se olvidaba (o nunca lo supo) que una presidencia no es solo privilegios y baños de narcisismo, sino también verdaderas tareas por hacer, algunas difíciles y hasta desagradables. Tito pronosticó esa huída, cuando cantó:
Te fuiste por cuenta tuya.. buscando ambiente mejor.. Hoy tu estas arrepentido.. pues tu puesto se ocupó
Tanto da el cántaro al agua que al fin….. La version moderna del capa gatos de Cipriano Castro le serruchó la silla al inválido. Y ahora, enfermo, débil, ve, en sus momentos de lucidez, que no hay retorno y, lo que es peor, algunos allegados le van a contar que el chofer no es sino pura pinta. Cuando el chofer abre la boca, le dicen al oído, lo que le sale es digno de Cacaseno, pero eso sí, lo hace con la pomposidad de quien estuviera dictando las tablas de la ley. Como diríamos en beisból, Hugo, ese tipo no tiene nada en la bola.
Hasta en los detalles de lo que sería la futura y desastrosa actuación del sátrapa acertó el oráculo de la melodía caribeña. Tito Rodríguez cantó:
Quisiste tocar un solo..creyéndote que eras cheque..y al empezar tu fallaste ..lo tuyo solo es paquete.
El estribillo diría: puro paquete, nada de cheque…. buchipluma nomás.
14 años y un millón de millones de dólares después, el ectoplasma deja al país peor que nunca, endeudado, arruinado, enguerrillado, embrutecido. Un país tan mediocre que, solo por darles un ejemplo, cuando Dario Vivas se va de vacaciones a Disneyworld o Calixto Ortega a Las Vegas el cociente intelectual promedio del país pega un gran salto hacia arriba, pero se desploma de nuevo cuando regresan.
En Chile rezan para que los Rangel no decidan exiliarse allá y la Kirchner ya ha establceido que ni de vaina aceptará a Jaua.
Cabello, por su parte, ya compró casa en Harare, adonde procurará seguir contoneándose.
Tito Rodríguez finalizó su canción profética diciendo: el del ritmo no eres tú .
Y es que no lo era. Tuviste razón, Tito. El ritmo que Venezuela necesita no es el que llega de Cuba sino el ritmo de la libertad y la democracia. No es el ritmo de la entrega del castrado a los Castro sino el ritmo de la dignidad ciudadana.
Habrá que recoger los vidrios y emprender, sin desmayos, la ardua tarea de la reconstrucción.
Nota musical. Algunas fuentes dicen que la letra de la canción es de Roberto Roena pero la mayoría se la atribuyen a Tito Rodríguez.