Incluso desde su lecho de muerte, se siguen las órdenes de Hugo Chávez. El hombre al que ungió como su sucesor, el vicepresidente Nicolás Maduro, continuará gobernando Venezuela como presidente interino y será el candidato de los socialistas que gobiernan el país en las elecciones que se convocarán en los próximos 30 días.
AP
El ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, lo confirmó así el martes, pocas horas después de que Maduro —con lágrimas corriendo por el rostro— anunció la muerte de Chávez, un ex comandante de paracaidistas del ejército que saltó a la fama luego de un fallido golpe de Estado en 1992 y que gobernó Venezuela prácticamente solo durante más de 14 años.
No se supo de inmediato cuándo se podrían celebrar las elecciones presidenciales.
Lo que sí se sabe es que habrá pompas fúnebres considerables para honrar a Chávez, un líder político que conquistó el corazón de los pobres de Venezuela por poner al estado, rico en petróleo, a su servicio.
El gobierno declaró siete días de duelo. Todas las clases fueron suspendidas durante una semana y se espera la llegada de varios jefes de Estado de gobiernos amigos una amplia ceremonia funeral el viernes. No se anunciaron aún fecha ni lugar para el entierro de Chávez.
La Constitución de Venezuela consigna que en caso de que un mandatario electo no pueda juramentar, el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir el gobierno y llamar a elecciones en 30 días.
Sin embargo, los funcionarios que Chávez puso a cargo del gobierno antes de que el presidente viajara a Cuba en diciembre para su cuarta cirugía de cáncer en poco menos de dos años no se han apegado especialmente a la Carta Magna. Los activistas de los derechos humanos y de la libertad de expresión han dicho estar preocupados que continúen evadiendo el imperio de la ley.
Después que el gobierno anunció la muerte de Chávez, sin aclarar qué fue exactamente cuál fue la causa, los venezolanos se apresuraron para regresar a sus hogares y acopiarse de alimentos y agua, algunos con angustia y otros con temor. El lunes por la noche, el gobierno había dicho que el presidente se había debilitado por una infección respiratoria grave y nueva.
El martes fue un día lleno de indicios mixtos, algunos premonitorios. Apenas unas horas antes de anunciar la muerte de Chávez, Maduro acusó virulentamente a sus enemigos, tanto nacionales como extranjeros, de tratar de socavar la democracia venezolana. Entre ellos incluyó claramente a Estados Unidos. El gobierno dijo que dos agregados militares de Estados Unidos habían sido expulsados por tratar supuestamente de desestabilizar el país.
No obstante, al anunciar que el presidente había muerto, Maduro cambió de tono y convocó a los venezolanos a ser “dignos herederos e hijos de un hombre gigante como fue y como siempre será en el recuerdo el comandante Hugo Chávez”.
“Que no haya flaquezas, que no haya violencia, que no haya odio. Que en nuestro corazón haya amor, paz y disciplina”, agregó.
El líder más visible de la oposición, Henrique Capriles, quien perdió ante Chávez en las elecciones presidenciales de octubre y que se espera que sea el candidato de la oposición para competir con Maduro en los próximos comicios, mostró un tono conciliador en un discurso televisado.
“Este no es el momento de subrayar lo que nos separa”, dijo Capriles. “Esta no es la hora de la diferencia, es la hora de la unión es la hora de la paz”.
Capriles, gobernador del estado de Miranda, ha estado peleando fuertemente con Maduro y otros partidarios de Chávez que lo han acusado de aliarse con las fuerzas de extrema derecha de Estados Unidos para socavar la revolución.
En todo el centro de Caracas, tiendas y restaurantes cerraron temprano y la gente regresó antes a sus hogares, algunos incluso echando a correr. Centenares de personas con rostros de angustia, incredulidad, y otros entre sollozos y llantos, se lanzaron masivamente a las calles del centro luego que Maduro anunciara el deceso de Chávez.
“Siento un dolor tan grande que no puedo ni hablar”, dijo con el rostro lleno de lágrimas Yamilina Barrios, de 39 años, una oficinista del ministerio de Industrias. “Era lo mejor que tenía el país… lo adoro”, agregó.
Otros expresaron que hubiesen preferido que la partida de Chávez fuera a través de las urnas.
Muchos venezolanos han dicho que su mayor preocupación es que las autoridades controlen la violencia criminal que afecta a todos los estratos de la sociedad, desde los pobres que Chávez cortejó con la generosidad estatal hasta la élite económica que está en el núcleo de la oposición política.
Venezuela tiene el segundo índice de asesinatos más alto después de Honduras: 56 personas por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con cifras del gobierno, que según organizaciones no gubernamentales están por debajo de la realidad.
La noche del martes, el jefe del Comando Estratégico de la fuerza armada, mayor general Wilmer Barrientos, informó que el país estaba “en plena calma”.
Sin embargo, hubo algunos incidentes de violencia política.
En uno, un grupo de hombres en motocicletas, enmascarados, con cascos y algunos blandiendo pistolas, atacaron a unos 40 estudiantes que protestaban desde hace más de una semana cerca del edificio de la Corte Suprema para exigir al gobierno que dé más información sobre la salud de Chávez.
Los atacantes, que no usaban ropa que los identificara con alguna filiación política, quemaron las carpas de los estudiantes y esparcieron su comida apenas unos minutos después de que se anunciara la muerte de Chávez.
“En el momento en que se dio la noticia (de la muerte de Chávez) no pasaron cinco minutos y llegaron motorizados con armas arriba y tuvimos que correr”, dijo a The Associated Press la dirigente estudiantil Gaby Arellano. “Gracias a Dios los vecinos nos resguardaron. Estamos dispersos en casas cerca del perímetro. Quemaron todo lo que teníamos allí”, agregó.