La asistencia del presidente Enrique Peña Nieto a la misa de inauguración del pontificado del papa Francisco el martes en el Vaticano representó el rompimiento de una antigua tradición del Partido Revolucionario Institucional, PRI, y se constituyó en el primer militante de ese partido que asiste públicamente a misa como presidente del país.
El PRI, que gobernó de 1929 a 2012, ha respetado escrupulosamente la separación entre Iglesia y estado y aunque renovó relaciones diplomáticas con el Vaticano a principios de la década de los 90, había logrado mantener a sus líderes fuera de las iglesias en actos públicos. En cambio, desde el 2000, tanto el presidente Vicente Fox como Felipe Calderón, que son del conservador Partido Acción Nacional, PAN, ahora opositor, ya habían asistido a misas como mandatarios.
Antes de convertirse en presidente, Peña Nieto se acercó a la Santa Sede cuando hizo público sus planes de contraer matrimonio con su esposa Angélica Rivera, y fue a presentarse con Benedicto XVI, y como candidato a la presidencia asistió también a la misa que ofició el renunciado papa en Silao, México en marzo de 2012.
“El (Peña Nieto) es católico y lo quiere demostrar en público”, expresó Elio Masferrer, experto en religión del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Desde que México rompió relaciones con el Vaticano en la década de 1860, después de que el presidente Benito Juárez expropió todos los bienes de la Iglesia como un castigo, el PRI había mantenido su distancia de la Santa Sede. Ninguno de sus presidentes asistía a las misas y dicha distancia quedó recordada por muchos mexicanos con la primera visita de Juan Pablo II en México en 1979 cuando el entonces presidente José López Portillo lo recibió y le dijo que lo dejaría con su feligresía.
En 1992, Carlos Salinas, también del PRI, restableció las relaciones diplomáticas al reformar la Ley de Asociaciones Religiosas. Pero aun así, ni él ni su sucesor del PRI se presentaron en iglesias para actos públicos.
El lunes, el mandatario mexicano intercambió un solideo blanco con el pontífice, que según indica una antigua tradición católica todo fiel que se acerque con esa indumentaria recibirá una similar de parte del papa. El solideo es un casquete de seda que portan el papa, los obispos y algunos eclesiásticos para cubrirse la cabeza.
En rueda de prensa, Peña Nieto dijo estar conmovido de haber asistido a la misa y conocido al pontífice. Dijo que, tanto el papa Francisco como él, coincidían en que los temas más importantes eran ayudar a los pobres y a la infancia, y dijo que lo invitó a una visita oficial a México, y que le respondió que lo consideraría.
“Es un momento emotivo. Sin duda es un momento especial”, expresó Peña Nieto en rueda de prensa. “Hice que me acompañaran dos de mi hijas, las más pequeñas, para que me acompañaran en este momento tan emotivo, como me parece lo está siendo para toda la grey católica”.
Peña Nieto, quien también se reunió con los cardenales mexicanos en Roma, dijo que sería importante que Francisco visitara el país en momentos en que él trabaja para lograr cambios por medio de reformas a la educación, telecomunicaciones y posiblemente energía y fiscal.
El analista Masferrer dijo que queda claro que Peña Nieto y su partido buscan “mayor presencia de la Iglesia Católica en cuestión pública, particularmente en materia educativa”.