Ayer, un grupo de estudiantes decidió marchar hasta el CNE para exigir ciertas condiciones, así como se había dado una marcha de estudiantes afectos al oficialismo, para aplaudir y apoyar al CNE. En definitiva estamos hablando de un poder del Estado y, en teoría, todos los venezolanos tendríamos derecho de acercarnos allí. Pero no en la Venezuela que pasa por la estrechez de pensamiento de los dirigentes de la revolución.
Ayer hubo violencia, hubo una emboscada. Así lo define El Universal: “Emboscada violenta contra estudiantes”. Y la gráfica nos muestra a un estudiante, su franela tiene la bandera de Venezuela teñida de sangre, su rostro lo cubre una venda, pues resultó herido.
El Nacional, por su parte, muestra en su primera página la fotografía de lo que aquí llaman “un grupo de oficialistas violentos”. Vemos a unos individuos, no precisamente de edad estudiantil, quemando una pancarta que tenían los estudiantes La pancarta curiosamente dice, con los colores de la bandera nacional: “Venezuela somos todos”. Ya es elocuente la gráfica. Ellos queman la pancarta, gestos de furia. Venezuela no somos todos, por lo visto, Venezuela son sólo ellos, este puñado de energúmenos, de violentos, de malandros.
El Correo del Orinoco, la artillería del pensamiento, destacado diario oficialista: “El Presidente Maduro rechazó hechos de violencia registrados en Caracas y solicitó a la oposición controlar a sus ‘grupitos’”. Eso es exceso de cinismo. ¿Que la oposición controle a sus grupitos? ¿Fue una provocación acaso de los estudiantes opositores? Según Maduro, y según su flamante vicepresidente Jorge Arreaza, sí.
Arreaza justificó la agresión a la marcha de la oposición, según leo en El Nacional, diciendo: “La tónica en la que se convocó no fue la más correcta”. ¿Si esto no es fascismo, de qué estamos hablando entonces?