La intimidad de las caricias
Ya conoces a tu pareja, sabes de memoria lo que le gusta, lo que lo excita, cuáles son sus debilidades y cuáles sus límites. Y él también sabe todo de tí. A veces sientes que la rutina sexual te aburre, que se repite lo mismo en cada uno de tus encuentros… Entonces, animate y prueba.
El petting no se aprende, el petting se hace, se practica y se elige de a dos. No hay una técnica ni un manual que lo explique sino que es un verdadero juego, es la propuesta ideal para que le pongas el toque diferente a tu vida íntima, puedan conocerse más a fondo, se redescubran y reaviven el placer.
Pero… ¿Cómo se hace?
Primero, es fundamental que los dos estén convencidos y tengan ganas. Entonces, sí, (nunca mejor dicho) ¡manos a la obra! Una buena manera es empezar hablando sobre lo que te gustaría hacer y que te hagan, cuéntense que los excita y qué zonas son las más sensibles. A partir de ahí, lo que la imaginación permita, todo vale. Puede haber besos, mimos, masajes, sexo oral, masturbaciones.
Pueden armar una escena romántica, usar disfraces, asumir roles y personajes e, incluso, incluir elementos, cremas, geles, plumas, algo frío o algo tibio, lo que quieran y les guste. Lo importante es que se exploren juntos, que gocen de a dos y que lleguen al punto máximo, a ese que los hace explotar de placer sin haber pasado el único límite que impone el petting: la penetración.
Concentrarse en todo el abanico de posibilidades sensuales puede resultar ultra erótico, tómense el tiempo suficiente, dedíquense a probarse y a hacerlo en serio. Vas a ver cómo, en pareja, esto te va a ayudar a mejorar la comunicación, a expresar tus sentimientos, a promover la ternura y el cariño y a redescubrir toda la pasión que existe y, a veces, los esquiva.