Eso era lo decían antes, ese era el panorama que les permitía simplificar la campaña al candidato que hablaba mejor. Se utilizó un atributo tan elitista como el conocimiento para tratar de hacer mella en la candidatura de Henrique Capriles, mientras del otro lado se nos presentaba al genio de la política, infalible y nunca derrotado por nadie. Así las cosas el oficialismo consideraba que las propuestas eran prescindibles, contando con un encendido verbo que hacía que el pueblo se conectara con su líder. Siempre fue así, de allí que se confirmara esa premisa que reza que cuando reina el carisma, gobierna la incapacidad.
La campaña hoy es muy distinta, aunque algunos quieran seguir anclados en esquemas pasados. La ausencia del Chávez-candidato los ha puesto en una situación atípica, una situación que ningún candidato con confianza en su liderazgo desearía. Vivimos la absoluta invisibilización, por parte de las propias filas del PSUV, del candidato Nicolás Maduro. En los puntos rojos, en los volantes que dan en la calle, en las cuñas de televisión, en la imagen general de la campaña Nicolás no aparece, en su lugar sigue siendo Chávez el rostro usufructuado para ganar votos del pueblo.
Maduro es hoy el candidato sin rostro, que esconde su fama de funcionario ineficiente bajo la figura de Chávez. Una repudiable estrategia que demuestra quiénes irrespetan la memoria del presidente. Los coloca desnudos ante los electores, que se dan cuenta lo que hacen para conservar adeptos. Ya ni siquiera se acuerdan del luto y los actos proselitistas de Nicolás se han transformado en bailantas, donde hasta el Chapulín Colorado se hace presente.
Nicolás no tiene carisma, no tiene discurso, no logra motivar a las masas y lo más importante, ha demostrado su incapacidad como funcionario público. Su única propuesta es repetir y repetir que viene a cumplir con una herencia política, como si estuviéramos en una monarquía hereditaria. Sus chistes malos no hacen reír ni al más adulante y ahora se rodea de la farándula para ganar simpatía con las más clásicas tácticas del marketing, esas que antes criticaban.
Las cartas están sobre la mesa, debemos sentirnos orgullosos por el nivel de liderazgo de nuestro candidato Henrique Capriles. Lo demostró en 2012 y en la actualidad lo reafirma con una contienda épica, donde no solo debe enfrentarse a los recursos y dinero del Estado, sino a la más baja manipulación de sentimientos de nuestra historia electoral. El sacrificio de Henrique no valdrá de nada si nosotros no ponemos nuestra cuota de esfuerzo. Movilizarnos más allá de las intenciones es nuestra tarea. Preguntemos, ayudemos y dejemos todo en estos días que restan. Luchar y luchar sin desmayar, que aquí no gana el que pega más fuerte, sino el que más resiste.
Brian Fincheltub
@Brianfincheltub