Regresamos a la realidad luego de este asueto de Semana Santa, algunos contentos, mientras que otros están menos emocionados por tan cortas vacaciones. Ahora nos enfrentamos a las colas y no son únicamente las viales; sino también las colas en los supermercados para adquirir los alimentos que se logran conseguir con los churupos que nos quedaron en el bolsillo por invertir en un momento de recreación con la familia.
A unas horas de iniciar la sobrevenida campaña electoral para elegir al próximo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nos encontramos a los dos principales contendientes afinando detalles para realizar sus respectivos actos políticos, uno en el estado natal del difunto Presidente y el otro en el oriente del país.
Mientras uno promete continuar con un modelo político desgastado y reformulado durante más de 14 años del proceso revolucionario – que nos mantiene con apagones, carencia de insumos y medicamentos en farmacias y hospitales, que no ha garantizado la seguridad personal de cada venezolano y tampoco mantiene esa soberanía alimentaria de la que tanto se jactan, por simplemente convertir a Venezuela en un estado importador, cuando en la época de la “cuarta”, este país caribeño era una nación exportadora – hace su campaña política con el nombre de un portaviones que ya no existe físicamente, pero que trata de mantener vivo a toda costa su nombre y pensamiento para conservar ese grupo de seguidores y así decir que heredó ese liderazgo y ocupar la silla de Miraflores por otros seis años más, porque recordemos que el candidato rojo rojito, quien se hace llamar hijo del fallecido, es uno de los más viejos ocupantes de cargos de función pública en esta revolución del siglo XXI.
Por otro lado, el candidato de la llamada la ultra derecha golpista, acusado de ser financiado por entes del exterior, busca brindar un modelo económico de centro – izquierda similar al implementado en Brasil, que por cierto, se convierte en una de las principales potencias productivas de la región. Este candidato quien viene de ocupar cargos públicos desde muy joven, como diputado, alcalde y gobernador y ahora aspira a la presidencia, ofrece un millón de empleos en su primer año de gobierno, dar apertura a las inversiones extranjeras en el territorio nacional con garantías de legales, además de mejorar lo existente en cuanto a los actuales programas sociales como la Misión Barrio Adentro, Mercal, Pdval y otros que de alguna manera si han mejorado – porque hay que reconocer que si han generado cambios en algunos sectores populares- la calidad de vida de personas de escasos recursos.
Los venezolanos tenemos un post doctorado en procesos electorales, y el 14 de abril estaremos otra vez haciendo la cola y presionando en la máquina la palabra VOTAR. A pesar de la rapidez con la cual se realiza el proceso de votación, son muchos los que por flojera – porque eso no tiene otro nombre – no se levantan de sus camas para ejercer su derecho constitucional al sufragio, alegando que el candidato del partido de gobierno va a ganar sin importar que el universo electoral completo participe en las elecciones.
Nuevamente los comandos de campaña trabajan en las estrategias para llamar a la participación ciudadana en este proceso. Sin embargo, el ente comicial en reiteradas oportunidades ha pedido CONFIANZA a los electores, asegurando que las elecciones son transparentes y que es uno de los mejores – cosa que no ponemos en duda, porque no existe otro igual en el mundo – aquí la desconfianza no viene en el procedimiento sino en quienes dirigen al órgano electoral, quienes en reiteradas ocasiones han manifestado su simpatía hacía la revolución.
El venezolano de a pie, ese que dice “yo no soy político y tampoco me interesa la política, porque no como con eso” pero que siempre habla de lo bueno y malo del actual gobierno, se pregunta ¿Qué garantía tengo en estas elecciones? Muchas le puedo decir, una de ellas es que está cumpliendo con su derecho a elegir, porque de eso se trata la democracia. Los mitos que vienen con cada elección han sido desmentidos por ambos sectores políticos del país. Hay que vencer a la flojera, esa comodidad de quedarse en casa o aprovechar para irse de viaje y no perder el tiempo en una cola.
Recuerda, perder el tiempo en una cola te puede garantizar la posibilidad que no hagas más colas para comprar comida, que no se produzcan más apagones por falta de inversión en el sistema eléctrico nacional y que tu sueldo realmente te alcance para comprar un carrito, pagar la casa y tener esos “lujos” que te mereces producto del sudor de tu frente y no porque un gobierno te lo regale.
Jorge Berrueta R. / Periodista CNP 16.146
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