Margaret Thatcher dejó en el Reino Unido una herencia económica tan controvertida como su personalidad, que incluye éxitos notorios a costa de un aumento de las desigualdades y de la emergencia de unas finanzas sin control.
Sus sucesores, principalmente el laborista Tony Blair como el actual jefe de gobierno conservador David Cameron, recuperaron una parte del legado de la Dama de Hierro, insistiendo en la iniciativa individual, la desregularización y la importancia del sector privado en la economía.
Margaret Thatcher “cambió la economía y la sociedad británicas desde numerosos puntos de vista, y deja una herencia que divide al país, subrayó Tony Travers, profesor de la London School of Economics.
Su gobierno decidió en 1986 el “big bang”, una desregularización espectacular y brutal del sector financiero que permitió a Londres imponerse como primera plaza europea en este ámbito.
Pero la crisis mostró desde entonces los peligros de unos mercados sin control y su capacidad de desestabilizar países enteros. Tanto es así que ahora la tendencia, apoyada incluso por los conservadores, es la vuelta de la reglamentación para encuadrarlos mejor.
Las cuantiosas primas pagadas a algunos empleados del sector financiero se han convertido también en el símbolo de una sociedad a dos velocidades, en un país donde la mayoría de los hogares están sometidos a la austeridad.
También lanzó en 1986 un plan destinado a alentar la compra de acciones por parte de los individuos. “Era el complemento de su política de privatizaciones, considerada un elemento crucial del thatcherismo”, recordó Adrian Lowlock, de la correduría Hargreaves Lansdown.
La privatización de empresas como British Gas, British Telecom o British Airways permitió el nacimiento de poderosos grupos: Centrica, BG Group, BT o IAG, fruto de la fusión de la aerolínea británica con la española Iberia.
La liberalización del mercado, sin embargo, no siempre benefició a los consumidores, que se suponía debían ganar con el aumento de la competencia. Los precios de la energía se han disparado para los hogares ahora que seis grandes empresas privadas se reparten el mercado.
La economía británica también se ha vuelto muy dependiente del sector de los servicios, pese a los intentos del gobierno actual para reequilibrarla, y su industria antaño floreciente está en declive o ha sido adquirida por intereses extranjeros.
La Dama de Hierro “quería deshacerse de lo que consideraba como las prácticas sindicales de otra era, librarse de las industrias nacionalizadas que perdían dinero y pedían grandes subvenciones públicas y modernizar la industria británica”, recordó Travers.
Estas transformaciones sin compromiso culminaron en una violenta y emblemática huelga de mineros, que terminó con la victoria de Thatcher pero dejó un sabor amargo a una parte de la población.
“Esperamos durante mucho tiempo la noticia de la muerte de Thatcher y no puedo decir que me haya afligido”, reaccionó Chris Kitchen, del Sindicato Nacional de Mineros (NUM), tras el anuncio de la muerte de la exprimera ministra.
“Sus ideas siguen teniendo influencia hoy, políticas de avidez y de beneficio ante todo. Sólo espero que sus políticas sean enterradas con ella”, agregó.
Los círculos empresariales se mostraron por su parte mucho más entusiastas sobre la obra de Margaret Thatcher, subrayando sus esfuerzos de modernización. “Sacó al Reino Unido de la zona de descenso económica y la hizo subir a primera división”, dijo John Cridland, máximo dirigente de la patronal CBI.
“El Reino Unido tuvo suerte de tener una primera ministra que entendía la importancia de los empresarios, de las aspiraciones individuales y del mundo de los negocios. La echaremos amargamente de menos”, dijo Simon Walker, dirigente del Instituto de Directores (IoD), una organización de empresarios. AFP