Paul Kevin Curtis, de 45 años y sospechoso de enviar cartas que aparentemente contenían ricina a Obama y a Roger Wicker, un senador republicano por Misisipi, era un trabajador de la limpieza que en su tiempo libre solía actuar disfrazado de Elvis a lo largo de la frontera de ese estado con Tennessee.
Así lo afirma el diario local ‘Northeast Mississippi Daily Journal’, que en 1999 le entrevistó. “Solía decir: ‘cuando crezca seré justo como Elvis y le compraré una mansión a mi madre’. Ese era mi objetivo desde los 6 años”, afirma Curtis en la entrevista. Su familia guardaba decenas de vídeos de sus actuaciones en ceremonias de tributo a Elvis, bodas y otras fiestas.
Casado y con un hijo, Curtis también era conocido por sus comportamientos erráticos y su afán por las teorías conspiratorias, que empezó a divulgar después de haber trabajado en la morgue del hospital local en Tupelo.
Según el diario, Curtis publicaba sus intenciones en internet. Así, el miércoles de madrugada escribió en su página de Facebook: “Estoy en la primera línea oculta de una guerra secreta”. Luego agregó: “Una guerra que está generando miles de millones de dólares para organizaciones y gente corrupta y relacionada con la mafia (el mercado negro que cosecha huesos, tejidos, órganos y partes del cuerpo humano)”.
En varios mensajes publicados en internet, Curtis cierra sus cartas con una frase similar a la que aparece en las cartas enviadas a Obama y Wicker: “Soy KC y apruebo este mensaje” o “Soy Kevin Curtis y apruebo este informe”.