Ayer en Carabobo llegó leche, harina pan, mantequilla y pollo a una cadena de supermercados y al cabo de unos treinta minutos tuvieron que llamar a la GN para que pusiera orden a la multitud de personas que saltaron desesperadamente, como si se tratara de lingotes de oro, en busca de los preciados productos. Los profesores y trabajadores universitarios anuncian un paro, personas en los refugios protestan, el sector productivo se encuentra asfixiado debido a la falta de dólares e insumos, el sistema de salud colapsa por la falta de insumos médicos aunado al sueldo miserable de los profesionales del sector, etc., etc. Podría seguir listando cientos de problemas que se han profundizado debido a las “vainas de Nicolás” y su breve pero nefasto gobierno.
La tensa situación que vive el país se debe, entre otras cosas, a que el domingo en la noche Maduro admitió ante el país y el mundo que no tenía ningún problema en recontar todos los votos, como respuesta al planteamiento hecho por el rector Vicente Díaz, quien minutos antes recomendaba que se hiciera un reconteo del 100 por ciento de los votos, debido al escaso margen entre los dos candidatos. Cuando Capriles afirmó que debían recontarse todos los votos y que él se comprometía a aceptar el resultado de esa auditoría global, estaba repitiendo lo expresado minutos antes por Díaz y Maduro. La noche del domingo 14, el país se fue a dormir decepcionado pero tranquilo, porque aparentemente el reconteo disipaba cualquier crisis política.
¿Qué ocurrió entre la hora en la cual Nicolás dio su pésimo discurso en Miraflores y la decisión de correr a recibir la acreditación y negarse a realizar el reconteo? La información que he podido obtener y el análisis del discurso y la conducta de los jefes del gobierno confirman mi hipótesis de que Cabello es el principal enemigo de Nicolás y su gobierno y que fue él quien decidió contradecir las palabras del sucesor de Chávez y dar el giro hacía la confrontación y la violencia.
El Teniente Cabello, cuando decide radicalizar el discurso y el accionar político lo hace pretendiendo matar dos pájaros de un solo tiro, por una parte condena al gobierno de Maduro a la ingobernabilidad y el caos, agudizando su fracaso y debilitándolo al extremo de que probablemente en poco tiempo lo obligue a cederle a él todo el poder, y por la otra le pone un peine a la mayoría del país, para reproducir los eventos ocurridos en abril del 2002 y desvanecer el inmenso capital político logrado por Capriles y el Comando Simón Bolívar.
Durante toda la campaña electoral la conducta radical, agresiva y antidemocrática del presidente de la AN resultaba absolutamente anti electoral. Cada vez que hablaba le destruía la estrategia a Joao Santana, el asesor brasilero del PSUV y experto en manejo de las emociones, y obligaba a Nicolás a desdecirse o contradecirse. El pobre Maduro, que ha demostrado tener varias y volubles personalidades, no tiene capacidad ni comprensión política para darse cuenta de la trampa que le monta su compañero de partido. El juego sucio de Cabello es demasiado evidente y peligroso. Su ambición y torpeza son mucho más dañinas para el PSUV que los discursos de la MUD o los problemas generados por el mal gobierno.
Las vainas e inconsistencias de Nicolás le auguran una breve pasantía por el poder. Su gobierno nació con plomo en el ala porque “desfarata”-parafraseando al afro descendiente Aristóbulo- el enorme capital político dejado por su jefe, cual niño rico ha derrochado el legado al punto de haber salido derrotado, hasta que el reconteo diga lo contrario, el pasado 14 de abril.
La nueva mayoría debe reinventarse para recibir con los brazos abiertos a millones de venezolanos que en el pasado votaban por el proceso. El domingo 14 de abril el país decidió romper la falsa polarización entre escuálidos y revolucionaros y se reencontró en el liderazgo de Capriles. Nuestro reto es ampliar cada día esa nueva mayoría para poder construir la Venezuela moderna, próspera y seguro que todos añoramos. En la medida que el accionar político combine las denuncias institucionales y éticas con una agenda social sostenida, el cambio que todos queremos estará más cerca. La lucha por nuestro país no puede agotarse en el corto plazo. Hoy somos, como dice Nicolás, una mayoría mayoritaria que reconoce a la otra mitad del país y la invita a dialogar permanentemente para entre todos consensuar las soluciones.
Las estrategias encontradas al seno del oficialismo, sumado a los errores casi infantiles de Nicolás, han configurado en poco tiempo una nueva realidad política. La única forma en que esto puede cambiar es que la oposición caiga en provocaciones y se genere un clima de violencia, lo cual les aseguro no va a ocurrir. Está aclarando la mañana en Venezuela, tenemos un líder y una fuerza política, a cuidarla y aumentarla.
Carlos Valero
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