Así, discretamente maquillada y sonreída, la ministro de asuntos electorales del PSUV inició, con una sonrisita tipo #MujiquitaVillegas, su sesión de mentiras y manipulación en cadena nacional a las 9:52 de la noche del sábado para decir lo que más o menos esperábamos: que “no somos transparentes, ni imparciales, ni confiables”; que somos una parranda de embusteros, conspiradores y golpistas; en suma, que somos una mierda.
Las mentiras de Tibi fueron todas dirigidas a descalificar nuestras denuncias: “carecen de sustento”, “no se anexa la denuncia ante el Ministerio Público”, “el CNE jamás recibió denuncias de testigos retirados de los centros de votación”, tampoco de malandros rojos intimidando y agrediendo. Pues todo es una fábula imperialista y antipatriótica sin prueba de manipulación o afectación de los resultados, mal planteada y sin sustento.
La manipulación de misia Lucena se torna extrema al ignorar que el centro de la denuncia del Comando Simón Bolívar son los cuadernos electorales y el registro de huellas dactilares, el cuerpo del delito donde se puede verificar el voto doble y la usurpación de identidad. Tramposamente trató de confundir las exigencias de petición de auditoría con los fundamentos de la impugnación que todavía @hcapriles no ha presentado. Y se hizo la loca con la principal garantía del 14A: la auditoría de no duplicidad de huellas. Se le olvidó.
Donde la manipulación se le trancó es en que si todo está tan perfecto, si no hay nada incorrecto, por qué entonces negar la revisión de los cuadernos electorales. Ahí está el detalle, diría el filósofo Mario Moreno.