Serán los robots superiores a los humanos? ¿Tendrán razón los luditas? ¿Se fusionarán los robots con los humanos? ¿Qué implicaciones tiene para Venezuela y el mundo? ¿Está preparada hoy la humanidad? ¿Estamos preparados en Venezuela? Esas fueron algunas de las fascinantes preguntas que respondieron los estudiantes que participaron en el Concurso Universitario “Sembrar el Futuro”.
Cada año desde 2001, la Sociedad Mundial del Futuro Venezuela (www.FuturoVenezuela.net) ha otorgado sus prestigiosos premios “Sembrar el Futuro”, en memoria de nuestro inspirador don Arturo Uslar Pietri y su inmortal frase “sembrar el petróleo”. Un jurado multidisciplinario se encargó de seleccionar los mejores ensayos de estudiantes universitarios de todo el país. Los jóvenes ganadores llevarán muy en alto el nombre de Venezuela frente a más de 1.000 futuristas de todo el mundo, en la reunión anual de la Sociedad Mundial del Futuro (www.wfs.org).
Gracias a su esfuerzo, dos universitarios venezolanos representarán a nuestro país en la Convención Mundial del Futuro en Chicago, Estados Unidos, del 17 al 22 de julio: Abelardo Márquez (ingeniería eléctrica, UC) y Fernando Solano (ingeniería mecánica, ULA). Yessica Vera (comunicación social, UAM), Emily Pérez (trabajo social, UCV), Cecilia Bermúdez (ingeniería de sistemas, ULA) y Simón Blanco (ingeniería mecánica, UJAP) además recibieron certificados de honor.
Cada estudiante enfocó el porvenir desde una perspectiva diferente, pero todos coincidieron en la importancia fundamental de una visión futurista y proactiva a largo plazo. Hay que sumar y multiplicar, no restar y dividir. Hay que amar y construir, no odiar y destruir. Hay que ver hacia delante y el futuro, no mirar hacia atrás y el pasado.
Cuando nos damos cuenta de la calidad de los jóvenes universitarios venezolanos, todos tenemos que sentirnos muy orgullosos de sus capacidades y potencialidades. Son estos mismos jóvenes quienes ayudarán a construir la Venezuela inteligente del futuro, dejando finalmente atrás la Venezuela ignorante del pasado. Estos universitarios son un ejemplo loable de la Venezuela que lucha con educación: una Venezuela cuyas armas son los libros, una Venezuela que quiere progresar con base en la inteligencia y al trabajo digno.
Nuestros estudiantes son la prueba de que Venezuela sí tiene futuro. Todos debemos trabajar por una Venezuela donde el progreso supere al retroceso, donde la inclusión venza a la exclusión, donde la tolerancia triunfe sobre el sectarismo, donde la inteligencia derrote finalmente a la ignorancia.
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