La táctica de Capriles le brinda una sólida posición de ventaja política a la alternativa democrática. Solamente con respuestas contundentes y de calle se puede luchar efectivamente a los abusos del régimen.
Henrique Capriles y las fuerzas de la alternativa democrática han tomado un camino sin precedentes en la historia contemporánea de Venezuela al convocar abiertamente a acciones y conductas políticas claramente emparentadas con el ideario y los métodos de los movimientos no violentos y de desobediencia civil. No porque se trate de la primera vez que esto se intenta en el país, existen testimonios claros de lo contrario, sino por la dimensión y relevancia que se le ha está dado al lenguaje y la acción de la no violencia. Esto es un paso fundamental no solamente porque traza un camino bien marcado de conducta a un pueblo ávido de contar con una conducción clara, sino porque le brinda una sólida posición de ventaja ética y política a la alternativa democrática.
Las imágenes de un gordo desaforado repartiendo golpes con movimientos simiescos en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, trajeado con una chaqueta con los colores de la bandera de Venezuela, mientras en el fondo se escucha un discurso monótono y rutinario que pretende ignorar la gravedad de lo que está ocurriendo, no solamente le han dado la vuelta al mundo como testimonio del asalto contra el parlamento venezolano perpetrado bajo las risas, como declaró María Corina Machado, del diputado Diosdado Cabello, sino que contrasta abiertamente con la sobriedad y coraje de Julio Borges y el resto de los diputados agredidos.
Muchos tiranos, dictadores y gobiernos poderosos han cometido el grave error de desestimar la fuerza de la no violencia como promotora de cambios muy profundos en la historia contemporánea. El caso de Venezuela es especialmente complejo para la aplicación de las estrategias de la no violencia porque el gobierno cuenta con grado considerable de apoyo popular y la complacencia y la complicidad de no pocos gobiernos extranjeros, amén de recursos hasta ahora ilimitados para jugar al populismo. Por último, en Venezuela no hay una tradición real de esta práctica y muchos opositores mantienen la postura, anclada profundamente en nuestra cultura, de que solamente con respuestas contundentes y de calle se puede luchar efectivamente a los abusos del régimen.
Hay otros elementos críticos que requieren consideración. Quizás el más importante es que en poco tiempo el gobierno habrá logrado completamente su objetivo de estrangular a los medios de comunicación, especialmente los medios televisivos, y de avanzar sustancialmente su política de hegemonía comunicacional.
Esto pondrá restricciones muy claras en la capacidad de convocatoria y movilización de la oposición. Lo que ocurrió durante la campaña presidencial de Capriles, gente prácticamente convocándose de manera espontánea y a través de las redes sociales a las concentraciones es un ejemplo de lo que viene. Esas redes son mucho más poderosas que la organización de los partidos y jugarán un rol estelar en todo lo que viene.
Por otro lado, está por definirse cómo se integrarán los movimientos de protesta social con toda la estrategia de deslegitimación internacional del régimen por su conducta en relación a las recientes elecciones presidenciales. Es evidente que la oligarquía neochavista es muy sensible a la descalificación internacional, como se probó en la última conferencia de Unasur y sobre este punto será necesario coordinar los esfuerzos con los grupos de venezolanos en el exterior. A pesar de lo vergonzoso que resulta el cuadro actual de adulación a un gobierno de precaria legitimidad por parte de países que debieran mantener una conducta ética sobre el caso de Venezuela, es indispensable mantener la presión para que se apliquen instrumentos como los previstos en la Carta Democrática Interamericana de la OEA, cuyo articulado es meridianamente claro en cuanto a los temas de respeto a la democracia y que los venezolanos haríamos bien en utilizar como marco de nuestras exigencias. Incluyo un extracto de este texto.
Por supuesto que siempre se puede argumentar que a la OEA no le interesa Venezuela.
Pero las cosas pueden cambiar y la ejecución efectiva de la estrategia de la no violencia y la desobediencia civil puede contribuir dramáticamente a que este cambio se produzca.
CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA
I. La democracia y el sistema interamericano
ARTÍCULO 1
Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas.
ARTÍCULO 2
El ejercicio efectivo de la democracia representativa es la base del Estado de Derecho y los regímenes constitucionales de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos. La democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional.ARTÍCULO 3
Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos.