Particularmente pienso que lo peor que le pudo ocurrir a Venezuela fue precisamente caer en manos de una élite sobrevenida incapaz de entender el mundo moderno y cuyo única virtud académica, intelectual y técnica es haber sido obedientes y sumisos durante 14 años a los mandatos del jefe del proceso, ya que mientras dirigía el gobierno el ex presidente fallecido, al margen de sus desviaciones autoritarias, existía autoridad, legitimidad y liderazgo para tomar decisiones y contener las presiones políticas y sociales. Por otro lado, pareciera que con la desaparición física del presidente hubiera caído sobre el PSUV una pava siriaca, que desafortunadamente afecta a todo el país, militen o no en ese partido.
Los países suelen vivir casi en forma cíclica crisis económicas, políticas y sociales. La mayoría de las veces cuando hay una gran crisis económica esta viene acompañada de problemas sociales que suelen acarrear cambios en la conducción de los destinos del gobierno, dependiendo de la mayor o menor eficiencia con la cual los gobiernos resuelven estos desequilibrios. Sin embargo, la crisis que actualmente afecta a nuestro país tiene los elementos anteriormente citados, con el añadido de que existe también un serio cuestionamiento de legitimidad de origen y legitimidad de desempeño. Como si todo lo anterior fuera poco, todos estos problemas sistémicos tienen que ser enfrentados por Diosdado Cabello y Nicolás, lo cual agrega una severa crisis de liderazgo, configurando una crisis total.
Para el madurismo y su alter ego, Diosdado, el modelo de país que promueven excluye abiertamente a todo aquel que no piense como ellos, al extremo de que Nicolás se permite hacer patria desde el exterior insultando a 7.4 millones de electores de Capriles y a sus familiares menores de edad, que si bien no pueden votar por razones legales, apoyan un modelo democrático y de progreso, razón por la cual la crisis de gobierno termina siendo una crisis sistémica. En cualquier otro país del planeta, frente a la magnitud de los problemas ya se hubiese producido el llamado a un gran diálogo nacional para superar los problemas. Acá al contrario, se golpea salvajemente a la oposición y se le acusa de ser la causante de los problemas, cuando la misma tiene 14 años sin espacios para opinar y muchos menos decidir en materia de políticas públicas.
Lo he dicho en anteriores ocasiones, los herederos han dilapidado en menos de dos meses la herencia política recibida y parecieran no estar satisfechos con ese logro y se empeñan en acabar con lo que nos queda de país. El dilema de los demócratas es complejo, por una parte debemos continuar luchando por que se respete la voluntad popular y se están haciendo todos los trámites políticos y legales nacionales e internacionales al respecto y por otra parte debemos contribuir a superar la mamá de las crisis en que nos han metido, con el agravante de tener frente un gobierno con características fascistas de la peor calaña. La inflación de abril de 4.26 es una demostración evidente del tamaño del problema, como también lo son los elevados índices de desabastecimiento que pueden evidenciarse en largas colas para comprar harina o el periplo que debemos hacer para conseguir leche o cualquier otro producto. Sin embargo, al margen de los personajes que tenemos instalados en las instituciones debemos dar consejos, ofrecer soluciones, proponer programas, aún cuando la probabilidad de ser escuchados tiende a cero.
No quiero parecer alarmista, pero mientras Nicolás y Cabello gobiernen será imposible que se supere la crisis. El pueblo no permitirá más engaños y el TSJ tiene en sus manos el poder de activar la salida electoral para reordenar nuestras instituciones. Por más que los enchufados se aferren al poder, creo que no tendrán otra salida que dialogar, entenderse con la otra mitad del país y dar paso a una salida política a la crisis. Ya Nicolás pareciera seguir en campaña con su llamado gobierno de calle, no se extrañen que frente a la terca realidad y consumidos por las exigencias de los venezolanos, el poder constituido tenga que dar paso a un nuevo proceso electoral.
Pendientes, el gobierno es mucho más débil de lo que aparenta y la mayoría democrática sigue avanzando y consolidándose como el poder de la gente.
Carlos Vlero
Les invito a seguirme en twitter a través de la cuenta @carlosvalero08