El venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, no tiene mucho que perder: condenado dos veces a cadena perpetua, este símbolo del terrorismo de los años 70 y 80 volverá a comparecer el lunes ante la justicia francesa para recurrir la sentencia de su último juicio por cuatro atentados cometidos hace 30 años.
Sophie MAKRIS/AFP
Carlos, de 63 años, cumplirá en 2014 veinte años encarcelado desde su arresto en Sudán en 1994 y sus perspectivas de futuro no son muy halagüeñas: en 1997 fue condenado en París a cadena perpetua por el asesinato de tres hombres, dos de ellos policías, en la capital francesa en 1975.
En diciembre de 2011, la justicia francesa le volvió a condenar a cadena perpetua, con un periodo de seguridad de 18 años, la pena máxima, por cuatro atentados cometidos en Francia en 1982 y 1983 que dejaron 11 muertos y cerca de 150 heridos.
Precisamente, este es el veredicto que el venezolano recurrirá a partir del lunes. Carlos será juzgado por un tribunal criminal especial de París, compuesto únicamente de magistrados profesionales, durante un proceso previsto hasta el 26 de junio.
Por su parte, la alemana Christa Frohlich será juzgada por uno solo de estos atentado, ya que la fiscalía apeló la absolución de esta mujer de 70 años que reside en Alemania y seguramente no acuda al juicio, como en 2011.
Durante las seis semanas de audiencia en primera instancia, Carlos locuaz negó la menor implicación en los atentados de los que se le acusa, pero al mismo tiempo reivindicó su estatus de “revolucionario profesional” que quiere hacer creer que su “combate” mato a entre “1.500 y 2.000” personas.
“Sólo Carlos lo sabe”
En este nuevo juicio, el venezolano está acusado de haber orquestado una campaña de atentados para obtener la liberación de dos miembros de su grupo detenidos en París en febrero de 1982.
Un mes después, el 29 de marzo, una bomba explotó en un tren que cubría el trayecto París-Toulouse, dejando cinco muertos y el 22 de abril, la explosión de un coche bomba ante la sede de la revista Al Watan Al Arabi, en París, mató a una persona.
Otros dos atentados perpetrados el 31 de diciembre de 1983 en la estación de Marsella y contra el tren de alta velocidad que une esta ciudad del sudeste de Francia y París causaron dos y tres muertos respectivamente.
La larga instrucción podría haber sido sobreseída falta de pruebas, pero la apertura de archivos de los servicios secretos de los antiguos países comunistas de Europa del Este, donde Carlos y sus cómplices se refugiaron a principios de los años 80, proporcionaron a la acusación nuevos elementos que permitieron retomar la investigación.
La falta de fiabilidad que se le supone a estos archivos es uno de los principales ejes de la defensa del “Chacal”, apodo ligado a la leyenda negra de este hijo de la burguesía venezolana al que se le imputan numerosas operaciones sangrientas, entre ellos la toma como rehenes de los ministros del petróleo de los países de la OPEP en Viena en 1975.
En Francia, Carlos podría ser juzgado también por un tercer caso tras la instrucción, todavía en curso, del atentado de la farmacia Saint-Germain en París el 15 de septiembre de 1974 que se saldó con dos muertos y 34 heridos.
Carlos, quien difícilmente obtendrá la libertad a corto o medio plazo, nunca ha ocultado su esperanza de obtener un traslado hacia Venezuela, donde viven sus hermanos que le apoyan.
A finales de 2011, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez calificó a Ilich Ramírez Sánchez de “digno heredero de las mayores luchas” por los pueblos.
Tras la elección en abril de Nicolás Maduro como sucesor de Chávez, las relaciones con las autoridades venezolanas se volvieron más tensas. A varios días del comienzo del juicio, Carlos denunció, a través de su abogado Francis Vuillemin, el “sabotaje” de su defensa por una parte de las autoridades de su país de origen que se negarían a asumir los gastos.
“No sé lo que vamos a hacer el primer día del juicio, sólo Carlos lo sabe”, dijo Vuillemin.