Estando claro ya que el gobierno no puede hacer lo que le dé la gana, como pretendía, visto que la oposición se ha plantado firme, sin ceder un palmo y dada la reacción internacional, se le hace más difícil al oficialismo ignorar las fechas electorales; sin embargo, pienso que jugarán con el tiempo para prolongar al máximo la concurrencia a las urnas. Traigo a colación este análisis porque se ha divulgado en los medios un documento estratégico del gobierno en el que se plantea adelantar las elecciones municipales que habían sido previstas para diciembre de este año. El argumento interesante que se esgrime, es que realizar ahora elecciones para alcaldes, con el mismo árbitro que la oposición ha cuestionado severamente, le plantea a la MUD, y a sus electores, una disyuntiva: hay que participar, pero hacerlo con este mismo CNE es una manera de reconocerle al juez electoral una probidad que se le ha cuestionado, lo cual plantea entonces una seria contradicción, difícil de explicar a quienes sufragan por Capriles.
Este dilema podría incrementar la abstención más allá de la que es propia en estas elecciones municipales, cosa que afectaría las pretensiones de triunfo electoral de la oposición. Parece una jugada inteligente del gobierno, si se hace, pero al respecto creo que a diferencia de los comicios de diciembre que venían precedidos de la derrota de octubre, las venideras elecciones municipales siguen al mejor momento político que han vivido los factores que históricamente han adversado a este régimen. Luego, aunque si la afectará la abstención normal de estos eventos, no se producirá una desmoralización en las filas de los votantes opositores por concurrir a votar con este CNE cuestionado por avalar las trampas del gobierno. Al contrario, hay como un deseo de salir de este régimen oprobioso, esperanza que ya tomó cuerpo en la sociedad venezolana y que más temprano que tarde se va a materializar, por lo que la gente va a votar masivamente para hacer patente la trampa y acumular indicios que a la postre sean tan evidentes que hagan insostenible la viabilidad política del régimen.
La publicación de las nuevas encuestas que se está haciendo, revela que cada vez la oposición gana más terreno y que Capriles se consolida como el líder más importante de la nación, mientras que Nicolás se hace un flaco favor a sí mismo cuando avala las tropelías de Diosdado, sin reparar que lesionan la poca gobernabilidad que tiene y sin percatarse que está siendo objeto de un juego perverso del que dirige la Asamblea Nacional. Por otra parte, llama la atención que el inquilino de Miraflores siga actuando como canciller, cuando su cargo actual es otro más importante. ¿Será que ni él mismo cree en su legitimidad?