Hoy, cuando un gobierno serio tendría necesariamente que declarar la guerra a la delincuencia desbordada, al desabastecimiento generalizado, a la inflación galopante o a la ineficiencia de sus funcionarios públicos, lo vemos enfilar buena parte de su esfuerzo y energía a declararle la guerra a la verdad. Ya antes habían confesado su intención a procurarse una llamada “hegemonía comunicacional” para difundir la propaganda oficial, y con ese objetivo cerraron 242 emisoras de radio, y han venido ejerciendo un cerco a los medios de comunicación privados por múltiples vías, que van desde el chantaje con la publicidad oficial, pasando por el cierre con justificación pseudo-legal, como en el caso del cese de la concesión de RCTV, que esta semana cumplió 6 años fuera de las pantallas venezolanas; hasta la sospechosa operación de compra-venta de Globovision, que se salta a la torera limitaciones legales, que prohíben expresamente a dueños de bancos y compañías de seguros adquirir medios de comunicación social, conforme a los preceptos establecidos en la Ley de Bancos. Pero como diría el poeta Antonio Machado: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés” y en definitiva aqui lo que se persigue es restringir la difusión de contenidos incómodos a un gobierno de cuestionable legitimidad.
Lo cierto del caso, es que los enchufados del gobierno, deliberadamente han mantenido practicas del oscurantismo que buscan prevenir que hechos o detalles de algunos asuntos se den a conocer al pais, como la pérdida de millones de toneladas de alimentos importadas por PDVAL, sin que haya ningún culpable y mucho menos un responsable; o la intención de esconder los cuadernos electorales y las incidencias de las capta huellas solicitadas para la realización de la auditoría transparente al proceso electoral del 14 de abril; o más recientemente, el pretender silenciar las confesiones del agente pro-cubano Mario Silva obtenidas en la grabación de audio difundida, que poco a poco ha venido generando diversas y contradictorias reacciones dentro de las filas del oficialismo, quienes pasaron de la desestimación por vanalización, al reconocimiento de la expresión de la opinión “del compañero”, quien después de un pírrico “reconocimiento” por el papel desempeñado en la “Hojilla”, fue silenciado con un “cumplió un valioso ciclo en la defensa de la Revolución”, casualmente justo antes de salir a relucir otra controversial grabación, que podría colocar más leña al fuego.
¿Que es lo que quieren ocultar?, porque la procesion va por dentro, se nota un disimulo de los enchufados respecto a las revelaciones realizadas por el principal comunicador ideológico de la “revolución” a un supuesto agente de contra-inteligencia cubana, en caso de ser ciertas, en muchos casos constituyen la delación de graves delitos que se estarían cometiendo desde las entrañas del alto gobierno, por un diverso pero selecto grupo de privilegiados enchufados quienes habrían usado sus influencias para defraudar con empresas de maletín a CADIVI que seguramente será recordada en el futuro como uno de los mayores antros de corrupción de la historia del país; además confiesa la tenencia ilícita de armas de guerra, delatando de paso a su proveedor, el Ministro Molero quien sería el cómplice necesario para tal irregularidad.
Ante todo esto, mal podrían los enchufados aspirar el silencio de la sociedad, porque eso nos convertiría en cómplices accesorios para sus felonías, y en razón a ello, nuevamente pedimos una sola cosa: la verdad, que se investigue y castigue a los culpables de los graves señalamientos que en caso de no ser ciertos, evidenciarían serias divisiones y conspiraciones “endógenas” en el proceso. Son acusaciones de corrupción y cuestionamientos a la probidad de los enchufados mencionados, pero ademas hay criticas a las decisiones emanadas de la nomenklatura caribeña que hoy regenta a Venezuela, y esto no es cualquier cosa.
¿Cual es el costo de la verdad? bueno apreciado lector todo dependerá del cristal con que se mire, porque para los enchufados en el gobierno podría ser mayor deslegitimación que conduciría a la inexorable pérdida del poder y sus privilegios, pero en cambio para el pueblo venezolano sería la libertad.