A la par y en la cima se discuten la escasez y la inseguridad como el problema principal de los venezolanos. A tal punto se ha agravado el abastecimiento en los mercados, que 60% de las personas se encuentran preocupadas por el tema, publica El Carabobeño.
Luis Carías | lcarias@el-carabobeno.com
La firma Polinomics publicó una encuesta de mayo en la que valoran los problemas prioritarios para los venezolanos. En primer lugar, la inseguridad con 61%, luego, la escasez con 60%; le siguen los apagones con 50% y la inflación con 49%. En la lista se cuentan también carencia de vivienda, educación, desempleo, recolección de basura y corrupción.
Cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) demuestran que el índice de escasez es el más alto desde enero de 2008, y representa una de las variables de mayor costo político para el Gobierno nacional, agrega la firma dirigida por el economista Gustavo Rojas.
De hecho, tanto en diciembre de 2007 como en abril de 2013, los picos representaron una merma en la votación. Fue en ese año cuando el chavismo perdió su primera elección nacional y, recientemente, se anunció el resultado más ajustado en los últimos 14 años.
En concordancia con el comportamiento de la escasez y la inflación, los venezolanos mantienen expectativas negativas sobre la economía. El índice de confianza del consumidor sufrió una caída de 30,15%, una mejora respecto al 34,26% reflejado el mes pasado.
El índice de creación de empleo, medido por primera vez en la firma, se ubicó en -11,67%, pues las personas consideran que sus empresas están reduciendo personal y el tamaño de la fuerza laboral.
Pesimismo por delante
Además de la percepción negativa sobre el desenvolvimiento de la economía, los encuestados son también pesimistas sobre sus finanzas personales, pues 62% está insatisfecho con su nivel de vida y las cosas que puede comprar.
Más del 57% considera que su estándar de vida se encuentra en declive y solo 31% opina lo contrario.
Los fines de semana suelen ser de recreación para la familia y, por ello, de mayor costo. Así lo refleja la encuesta que preguntó sobre las compras en tiendas o restaurantes. Cerca de 35% gastó 500 bolívares, 23,3% entre Bs 300 y 500 y 16,90% aún menos. El resto no efectuó compras.
Lo político
El tema político suele afectar a la economía en cualquier país; Venezuela no escapa a esa regla. 52% de los encuestados sostuvo que el audio de Mario Silva afectará la imagen del Gobierno, versus 32% que le restó importancia.
Además, 60% aprueba que los beneficiarios de la Misión Vivienda cancelen por sus hogares, sin embargo, cuando se analizan las respuestas por definición política, solo 53% de quienes se definen chavistas aprueban la medida. El presidente Nicolás Maduro mantiene un nivel de agrado de 38% y un descontento de 52%; en cambio, Henrique Capriles sostiene una imagen positiva de 50% y su desagrado navega alrededor del 38%
Crisis gemelas
A mes y medio de las elecciones presidenciales, variables económicas y políticas por igual reflejan la denominada “crisis gemela”. Para enfrentar la escasez, el Gobierno debe tomar medidas como aumento de precios regulados, control de liquidez monetaria e inyección de dólares en la economía.
Para inyectar dólares le resultará imposible hacerlo al tipo de cambio oficial, porque el flujo es insuficiente para la cantidad de bolívares en circulación, aseguró el informe. Dos opciones: una nueva devaluación o se relanza el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad).
Maduro se encuentra con una pared, pues su popularidad le imposibilita inyectar dólares a una tasa mayor a la oficial, aumentar precios o controlar liquidez, que afectaría créditos, consumo y flujo de caja de empresas.
Polinomics no descarta un escenario de apertura con el sector privado, contradictorio con el objetivo central de la revolución. Cuando el objetivo es retener el poder, la regla es controlar el flujo de ingresos de la economía. Por eso el Gobierno utiliza recursos del petróleo para importar productos directamente y desplazar a los demás.
La empresa sostiene que se trata de un momento estelar para que el sector privado promueva políticas públicas más amigables hacia la empresa privada, dado que el Gobierno está contra la pared.