Hace dos años Tiger Woods sorprendió a todos sus admiradores admitiendo su adicción al sexo; acto seguido, ingresó en una clínica de rehabilitación. La estrella del golf estaba acompañado en su retiro por un grupo incapaz de mantener la fidelidad a sus respectivas parejas. Según varias terapeutas de familia de Los Ángeles, «la adicción al sexo es una epidemia entre los esposos de Hollywood. Los hombres y las mujeres descubren gracias a las celebrities que ellos no son los únicos en padecer este tipo de adicciones».
En el año 2000, Michael Douglas firmó un acuerdo prematrimonial con Catherine Zeta-Jones en el que se incluía una cláusula por la que ella recibiría una compensación económica de 5 millones de dólares en caso de que su marido la engañara. Una infidelidad le sale a Douglas por un pellizco en su cuenta bancaria. Otra estrella que tuvo que confesar su adicción al sexo fue Eric Benet, el exmarido de Halle Berry. Lo mismo le ocurrió al protagonista de la serie de televisión «Californication», David Duchovny, que acabó confundiendo ficción y realidad.
Sin embargo, el «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales» elaborado por la prestigiosa Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, en inglés) no considera la adicción al sexo como una enfermedad. Aun así, los adictos al sexo son tratados de la misma forma que los adictos a dependencias químicas. Los pacientes siguen la ideología de los «doce pasos» que les prohíbe los «estimulantes sexuales» durante tres meses.
La revelación de Michael Douglas supone desvelar un tabú entre los hombres. Por la vida del actor se han sucedido muchas mujeres: desde sus esposas, Diandra Douglas y Catherine Zeta-Jones, hasta sus compañeras en la gran pantalla, Sharon Stone, Glenn Close y Demi Moore. También, la periodista Elizabeth Vargas, la columnista Maureen Dowd y la cantante inglesa Martine MacCutcheon. La historia sexual de Michael dentro y fuera de la ficción es una cabalgata de mujeres. El hijo de la leyenda Kirk Douglas se hizo famoso por habitar cada esquina de su masculinidad, especialmente aquellas que le proporcionaban placer. Con su declaración, Douglas se ha convertido en portavoz de la enfermedad del cáncer por transmisión sexual, lo cual está despertando un gran interés por la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), especialmente entre los padres de adolescentes en Estados Unidos. Su confesión ha creado un tsunami informativo sobre la enfermedad porque es una forma de evitar la promiscuidad, como aseguran muchos medios norteamericanos.