Rafa Nadal (N.3) venció en tres sets, 6-3, 6-2 y 6-3, a su compatriota David Ferrer (N.4), este domingo en la final 100% española del Abierto de tenis francés jugada en el court principal de Roland Garros, y obtuvo el título por octava vez en su carrera, superando su propio récord.
Los primeros intercambios fueron muy técnicos y de gran potencia, pero el defensor del título logró hacer un break tempranero en el tercer juego para ponerse 2-1 arriba, merced a algunas devoluciones malas de su rival, pero éste enseguida le retrucó (2-2).
En el séptimo game, Nadal, de 27 años, quebró el servicio a Ferrer, de 31, cerrándolo con un revés cruzado incontestable (4-3) y volvió a hacerlo para cerrar el parcial con marcador de 6-3 en 40 minutos.
En la segunda manga el ganador hizo el break para 2-0 arriba. Luego, con un juego blanco siguió a 3-0, mientras caían algunas gotas de lluvia sobre el court Philippe Chatrier que obligaron a abrir los paraguas en las tribunas.
Y, tras una muy breve interrupción a causa de dos espontáneos que mostraron en la tribuna una pancarta en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, recientemente aprobado en Francia, por lo que fueron desalojados, el balear logró un trabajado quiebre (5-1).
Inmediatamente se produjo otro incidente, esta vez en plena cancha, cuando un joven enmascarado, con el torso desnudo, se acercó a Nadal portando una bengala en una mano, por lo que fue violentamente reducido y evacuado por la seguridad.
Esto quizás desconcentró al manacorí, quien perdió su saque (5-2), pero lo recuperó inmediatamente haciendo el break y cerrando con 6-2 en 54 minutos.
El tercer set tuvo un quiebre tempranero para cada uno, quedando el marcador 2-1 y Ferrer con su servicio se puso 2-2. Seguía la llovizna, pero el árbitro y los organizadores no se decidían a interrumpir el juego, aunque el alicantino se mostraba contrariado.
En el octavo game Nadal logró quebrar el saque a su adversario con su segunda bola de break y, con el suyo, tras un total de 2 horas y 16 minutos de partido, tras lo que se dio un abrazo con el de Jávea, un dignísimo rival, quien jugó su primera final del Grand Slam. AFP