Los profesionales coinciden en que amamantar a un bebé proporciona la nutrición ideal y una experiencia de vinculación entre la madre y el hijo. Pero la lactancia materna no siempre es posible. En muchos casos, la decisión de dar el pecho o el tetero al bebé se basa en consideraciones médicas, por lo que es importante saber que existen excepciones en donde la madre no puede o no debe amamantar y es necesario suspender la lactancia.
Las fórmulas para niños son una fuente nutricional de suma importancia, sobre todo en aquellos menores al primer año de edad que no pueden ser amamantados, dado a las situaciones en dónde es necesario complementar o reemplazar la leche materna.
Existen mujeres que se han sometido a operaciones mamarias y tienen dificultad para producir leche si la intervención ha dañado los conductos mamarios. Por otro lado, si la madre está infectada por el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH), se encuentra tomando medicamentos antirretrovirales, sufre de tuberculosis, toma agentes quimioterapéuticos, entre otros, es necesario el uso de fórmulas para la alimentación del bebé.
En ocasiones, estas leches infantiles comercializadas contienen algunas vitaminas y nutrientes que los bebés amamantados deben obtener mediante estos suplementos.
Las fórmulas son fabricadas en condiciones de esterilidad y su función es reproducir las propiedades y composición de la leche materna con una compleja combinación de proteínas, azúcares, grasas y vitaminas que sería imposible fabricar dentro de los hogares.
Otras de las ventajas que acarrea el uso del tetero y las fórmulas, es que cualquiera de los padres puede alimentar al niño. Esto permite que el padre pueda involucrarse más en el proceso y en la formación del vínculo que suele conllevar. Una madre que alimenta a su bebé con leche artificial tiene la libertad de dejarlo con el padre u otra persona sabiendo que lo podrán alimentar durante su ausencia. Además la leche artificial se digiere más despacio que la materna, y los bebés generalmente necesitan alimentarse menos frecuentemente que los amamantados.