El General lujurioso no quita su tiránica mirada sobre la camarada Dolores, mi confidente. Ocurre en Fuerte Tiuna; espacio ruinoso, especie de Babel en el que pululan contrataciones, reuniones secretas, forzadas convivencias de cubanos, chinos, rusos, iraníes, soldados, milicianos, oficiales, generales, asomados, negociantes y espías. El Fuerte es el campamento minero de la revolución: para extraer oro bolivariano hay que contaminarse con mercurio burgués.
Dolores regresa de su trote habitual con su peculiar estado mayor, al que controla como si el Comandante Interminable no fuese hoy un pajarito. Va del Batallón Caracas hacia la Comandancia del Ejército, por un atajo que ahora considera propio. No se desalienta ante la lluvia pertinaz; su sudor se confunde gota a gota con la garúa para formar pequeños riachuelos que se pierden entre las hendeduras de su portentosa humanidad. Mientras caminan, el General la mira y rumia versos que ni conoce ni jamás se le ocurrirán: “Meneos cachondos que el congo cuaja¬/En ríos de azúcar y de melaza/Prieto trapiche de sensual zafra/El caderamen, masa con masa/Exprime ritmos, suda que sangra/ Y la molienda culmina en danza.”
Al entrar a la Comandancia nos espera El Químico, mal encarado como suele estar, sobre todo desde que se ocupa de la “inteligencia”. Entramos por una puerta lateral, los oficiales húmedos de tanta lluvia y tanta mirada rijosa, se despiden. Toallas arropan a la camarada que detrás del biombo procede a retirar sus mojados pantalones y blusa, para usar la ropa dispuesta en la cómoda. Se dibuja su silueta revolucionaria en lentos movimientos que agregan voraz sensualidad a sus perfiles de guitarra de una sola cuerda.
“EL ESTILO ES EL HOMBRE”. Regresa con su nuevo atuendo y cubierta con la guerrera del General, se arrellana y suelta su rollo: “A Nicolás nadie le hace caso. Se convirtió en bombero para apagar candelitas que se prenden y le prenden. Hugo usaba la televisión para exhibir y consolidar su poder, Nicolás la usa para tratar de alcanzarlo.” La interrumpo para decirle que, en todo caso, ya perfila un estilo, aburrido, quejumbroso y amenazante, pero estilo al fin. “Nada de eso -responde, mientras hace su juego de piernas doradas y flexibles- Nicolás tiene el estilo del náufrago: manotazos mientras traga agua y agarra desechos para flotar”.
El Químico, incómodo en su vaho de nicotina atrapada en su cerdosa barba, revela el poder de Diosdado.
-Lo sabemos- digo con serenidad para salir del tema.
-Se sabe, pero no se sabe que lo de Colombia fue una de sus jugadas magistrales.
-¿Cómo así?, pregunto a lo colombiano.
-Efectivamente, Santos le había comunicado a Maduro que se iba a reunir con Capriles, lo que este había aceptado con naturalidad -aclara El Químico-, pero Diosdado estalla por su cuenta y denuncia a Santos, lo que crea una situación delicada. Obliga a Nicolás a seguir la línea de Diosdi y se pone a su cola en la denuncia del gobierno colombiano.
-¿Y el viaje a Cuba?, pregunto con inocencia.
-Lo gestionó Maduro a ver si domesticaban al nuevo caballero de la guerra…
LAS PELEAS. Dolores estira el brazo para tomar su acostumbrada “mimosa” mañanera que le proporciona, solícito, el General. Después del primer sorbo se dirige a mí, mientras apunta al militar con el índice de la mano que carga la copa.
-Estos nos pueden tumbar, no por un golpe sino por sus rollos domésticos. La pelea por el Ministerio de la Defensa entre Diego Molero, Almirante de la Mar Océana, Carlos Alcalá Cordones y Wilmer Barrientos, es con trompetas de Juicio Final.
-A lo que se une lo de los ascensos que Nicolás no encuentra cómo manejar, añade El Químico.
-No son ascensos -responde la camarada-; lo que organiza Nicolás son los “descensos” para controlar a los generales de su rival. Creo que Carmen (Almirante Carmen Meléndez) será la ministra y (el general) Vladimir Padrino López, Jefe del CEO.
Dolores se apresta a un monólogo, mientras el Mayor General fija su mirada porcina en la Segunda Combatiente y tararea versos de los cuales nunca tendrá idea, “Por ti en calendas desenfrenadas/Quema la Antilla su sangre ñáñiga.”
Mientras, la camarada señala que la fortaleza de Maduro se licúa a creciente velocidad porque se convirtió en el responsable de todo lo que ocurre y deja de ocurrir. “Ahora Nicolás es la inflación. Nicolás es el dólar disparado; es la escasez. Y lo más dramático es que Nicolás no es Hugo y su imitación le sale como cargante morisqueta. Esta sucesión de acontecimientos produce un efecto indeseado y muy peligroso, el descontento con el Gobierno, dentro del partido, la oficialidad, las milicias, los colectivos y los gobernadores, comienza a concentrarse alrededor de Diosdado quien ya tiene la Asamblea y 14 ministros en el bolsillo. Cómo estará la cosa que Nicolás increpó al Ministro de Comercio y le dijo que si no trae papel tualé en 15 días lo tumban”.
Cuando inquiero sobre la presencia cubana, Dolores mira a El Químico, quien se sonríe en tono de burla.
-Sí. Siguen siendo el problema central dentro de la FAN, pero ahora les salió competencia en el rechazo…
-¿Quiénes puede ser más repudiados que los cubanos dentro y fuera de los militares?, pregunto con asombro.
-No lo creerás, pero son los rusos. Los cubanos se ocupan de política y de la cámara de oxígeno que sostiene a Raúl en Cuba, pero los rusos se ocupan de los negocios, nivel y monto.
-Las mafias rusas existen, son poderosísimas, están entre nosotros y tienen vara alta, asegura El Químico.
Mientras los cubanos procuran el control del Estado, las mafias rusas procuran el control de los negocios. Tejido aterrador que si no fuera porque lo cuenta la camarada Dolores parecería política-ficción.
Cuando me apresto a pasar a los cariños y nostalgias, la Amazona se yergue y al ver al monumento caribeño, el militar presente nunca le dirá: “Haití te ofrece sus calabazas/Fogosos rones te da Jamaica/Cuba te dice: ¡dale, mulata!/Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!”
-Faltan los chinos-, dice la camarada.
-¿… ?
-Sí. Pidieron reservas de oro para prestar 4.500 millones de los verdes. Ramírez fue y la visita para traerse el préstamo se convirtió en humillante y demorada auditoría. Nicolás no lo quiere, pero le teme a sus secretos. Procura sacarlo de Pdvsa.
-Pero habrá plata para las elecciones, afirmo con duda.
-Por ahora no hay. Ya mandamos a los chinos 480 mil barriles diarios por 7 años, ya cobrados. No hay dólares, sólo quedan dolores, sólo queda Dolores, afirma la muy zángana.
Me despido, como siempre, con ternura; pero abismado ante la memoria anticipada de un país de la decadencia.
Twitter @carlosblancog