Fue en la presentación de la “Table Bolivariana”, un producto tipo “vergatario” que calificó de “maravilla”, habló de “un cambio civilizatorio” que pasaba “por la construcción del hombre y la mujer nuevos”, especie de “epopeya del siglo XXI”. Batiburrillo chavestozo que nadie sabe cómo se come.
¿Cuáles serían los notas distintivas se ese “homo bolivarianus”?. ¿Limitados, incapaces, restringidos? ¿Mentirosos, practicantes consuetudinarios de la falacia revolucionaria? ¿Flojos, irresponsables, reposeros hijos del populismo rojo? ¿”Machoscriollos” criados por colectivos que actúan con impunidad?
Serían todo eso y un poco más. Serían groseros. Así quedó sentado en ese acto a través de una pesadez de doble sentido recordando aquella del “padre eterno” a su mujer: “me esperas esta noche que te voy a dar lo tuyo”.
El hijo del gigante dijo riéndose: “La burguesía se burla de todo esto ( en referencia a la producción de tableta). Ellos dicen: ‘¿qué va a saber este bruto, este burro?’. Me dicen que soy un burro, maburro, ¡Quién sabe qué me habrán visto!”.
“Dime de que presumes y te diré de que careces”, diría la loca de la casa. Pero si la primera combatiente lo confirma, entonces el superdotado a lo mejor podrá ganarse la vida como actor porno cuando acaben sus días en el poder.