Ayer, a menos de una semana de haber sido promulgada y publicada en gaceta oficial la Ley Desarme, un grupo de encapuchados oficialistas entró disparando al recinto de la Universidad Central de Venezuela, quemando dos autobuses en la plaza del rectorado y dañando la infraestructura de la UCV, universidad fundada en 1721 y declarada en el 2000 Patrimonio mundial, cultura y natural de la humanidad. La barbarie roja, protegida y promovida desde el poder trató de intimidar a los universitarios e impedir un acto que iba a realizarse para recibir un grupo de profesores y estudiantes universitarios que venían caminando desde Barquisimeto como medida de protesta pacífica y democrática solicitando sueldos justos y la defensa de la universidad autónoma y moderna. La respuesta ante tan noble y valiente caminata fue entrar disparando y destruyendo. Pareciera que los ñángaras que hoy despachan desde Miraflores no han superado su etapa de encapuchados y quema cauchos.
La forma como la dirigencia gremial y estudiantil ha llevado el conflicto me parece muy adecuada. Han guardado distancia del problema de la ilegitimidad y el caos del breve pero nefasto gobierno de Nicolás y se han centrado en un tema de principios: defender la autonomía universitaria arriesgando incluso su vida. Para el gobierno ha sido imposible dividir o comprar al sector universitario, todos están alineados en una posición ética y moral: la universidad si no es autónoma y en su interior se cercena la libertad de pensamiento, será una estructura, un instituto, una escuela de formación de cuadros, pero nunca podrá llamarse “universidad”.
Es triste ver como una parte importante del alto gobierno, desde Giordani hasta el ministro Calzadilla, usaron la universidad durante años como un refugio que les permitió sobrevivir y llegar al poder, para que una vez obtenido el mismo, encumbrados y llenos de odio, permitan que se asesinen las universidades. La élite que hizo vida en las universidades nunca asumió la libertad de pensamiento y de cátedra, se dedicaban a leer de forma ortodoxa y lineal a Marx, Lenin, Engels y a los teóricos que desarrollaban las tesis marxistas, limitando su pensamiento y capacidad de entender el mundo a esa ideología, que siempre desde el poder intentó imponer el pensamiento único, desde la Unión Soviética y sus países satélites del llamado Pacto de Varsovia, hasta la Cuba castrista y la Venezuela del madurismo. Todo el gobierno del PSUV ha mostrado una conducta artera y de traición a los centros de estudio que los albergaron y desde los cuales se apertrecharon y conspiraron por años para acabar con un sistema democrático y de libertades. Para los enchufados “universitarios” seguir disfrutando las mieles del poder está por encima de la defensa de las universidades y por mantenerse mandando son capaces hasta de destruirlas.
El país entero debe apoyar la lucha del sector universitario de la barbarie y el caos. La saña e ignorancia es de tal magnitud que dañaron la obra de Oswaldo Vigas y la estructura erigida por Villanueva. La humanidad ya presenció escenas similares en la Alemania Nazi y en la dictadura de Pinochet. También en la Cuba de los Castro se limita la circulación de libros críticos al régimen o pensamiento diferente en el campo de la ciencia, la tecnología, la literatura, filosofía, historia y cualquier otro campo del conocimiento. La lucha universitaria es al final una lucha de todo el país que cree que el mundo va más allá de las vallas y la propagando oficial.
Defender la universidad es defender el legado democrático y humanista de nuestro país. La sombra totalitaria del fascismo se hace más violenta a medida que siente que pierde el amor del pueblo, pero ello no impedirá que los cambios que la inmensa mayoría quiere se materialicen. El gobierno está agotando la paciencia del pueblo, juega con candela y se convierte día a día en el mayor factor de perturbación del progreso y la paz social.
Carlos Valero
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