Eduardo Samán, ministro botado por el Comandante supremo hace aproximadamente 2 años, según las leyendas urbanas rojas, por “actos irregulares” ha sido recuperado por Nicolás Maduro para consolidar el mundo paralelo en el cual se desarrolla la gestión del PSUV y de esa manera evitarle al filósofo del pajarito tener largas conversaciones con Merentes, técnicos del BCV, Finanzas, banca multilateral o con el sector empresarial criollo sobre las causas reales de los problemas económicos, sociales e institucionales por los cuales atraviesa nuestro país.
El confundido e imperturbable Nicolás no quiere escuchar nada que le señale las razones que explican porque el innombrable se acerca a una edad adulta contemporánea. Tampoco el desastre en el cual la burocracia roja ha sumido a las empresas expropiadas, re estatizadas o robadas. No señores, nada que moleste el confort y las tardes palaciegas del vespertino gobernante. Es mucho mejor escuchar las explicaciones comunistas de Samán y creer ciegamente en su voluntarismo y sed de venganza contra la clase explotadora del trabajo del hombre, es decir, contra el empresariado, el mismo que Merentes trata de marear y desactivar políticamente ofreciendo una especie de economía mixta que ni él mismo sabe cómo se come.
Samán, en su empeño por calmar la ansiedad del alto mando de la revolución, se atrevió a decir: “sabemos que los anaqueles de las casas están llenos”. Insólito. El oficialismo pretende escurrir el costo político y la responsabilidad primerísima que tienen en la crisis económica afirmando que la misma se debe a la irresponsabilidad de los consumidores, usted y yo, y al supuesto exceso de bienestar y prosperidad promovido por el gobierno, que ha hecho que todos tengamos dinero a manos llenas para gastar a diestra y siniestra. Estas consecuencias indirectas del desarrollo humano han causado un fenómeno “magistralmente” descrito por Maduro como “el recalentamiento de la demanda”.
Mentira, Venezuela está atravesando en estos momentos un ajuste comunista, que implica reducir drásticamente la cantidad de bienes producidos, dólares entregados, electricidad ofrecida, calidad de vida, en fin, los efectos del ajuste son una drástica disminución de todo lo que se consume, tal cual como ocurrió en la antigua Unión Soviética y como sigue ocurriendo en Cuba. El pueblo ve limitado el nivel de bienes y servicios, siendo obligado a realizar grandes colas y penurias para obtener desde papel higiénico hasta servicios médicos. .
Aparte de la escasez, la otra consecuencia casi automática es el surgimiento de un mercado paralelo total, casi que podemos hablar de una sociedad paralela a la soñada por la burocracia oficial, donde los consumidores corren dispuestos a pagar el precio que sea para obtener lo que requieren. Mientras persista la política de controles, el acoso al emprendimiento privado y un clima político inestable que cierra todas las válvulas de desahogo político, el país está condenado a vivir un mundo paralelo. Los enchufados tratarán de disminuir la disonancia cognitiva, soltando personajes tipo Samán, que son arrojados contra la sociedad cual perros de presa, agravando y profundizando los problemas
Carlos Valero
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