Me aburren, no puedo ocultarlo, me aburren hasta el agotamiento. Cada vez que escucho a algunos voceros de la oposición deliberar sus atroces disparates me derrumbo, caigo abatido, peor que si me insultasen, agrediesen o escupiesen al rostro (que al menos incitarían en mí una ira lógica y bien direccionada).
Lo reconozco: no tengo piel para resistir nuestra propia incoherencia, más aún, para silenciar que nos quieran ver una monumental cara de pendejos.
¿En verdad se creerán las insensateces que dicen? ¿Pensarán que la gente se adormila y se pierde en sus gansadas oportunistas?
Lo dudo.
La esperanza pisoteada
Iban bien, extraordinariamente bien, se lo reconocimos y admiramos en su momento, levantaron al país de la frustración y rehabilitaron lo más preciado que puede tener una nación: la esperanza, pero de un tiempo acá, desde que Luis Vicente León les ordenó que se olvidaran de las elecciones presidenciales (porque eran “periódico de ayer”) y les fijó la atención en esa subliminal ambición enana que son las municipales, nos hemos visto enredados, tropezando y distraídos, en un disparatado camino lleno de baches, incertidumbres y de olvidos.
Uno no da crédito a lo que está ocurriendo, de manera científica han dejado de hablar de la victoria electoral del 14 de abril. Ni una palabra sobre el tema, mucho menos una reivindicación ni hablar de una “protesta”. Nada.
Como si no hubiese sucedido ese hecho a un tiempo maravilloso y corajudo de una sociedad inspirada por su líder y colmada de esperanza hacia un camino de cambios, como si ese alud de valentía representado por más de 7 millones de almas venezolanas levantadas de su dolor y angustia votando por su añorada libertad, venciendo con su devoción al miedo, al cinismo y a todas las formas de podredumbre humana que significa el chavismo y a su bufón de última hora: Nicolás Maduro, jamás hubiese sucedido, los líderes opositores han pasado la página y fijan su atención en el 2019.
Para ellos el presidente electo Henrique Capriles es hoy el ex presidente de la verdad en Venezuela; para ellos el que fue elegido por voluntad soberana del pueblo venezolano y el que fue negado por el fraude electoral del cartel criminal compuesto por Jorge Rodríguez y sus meretrices del Consejo Nacional Electoral (CNE), es noticia de ayer.
Se han resignado y pretenden que toda la nación se resigne.
Nos han pisoteado la esperanza.
El sumo pontífice opositor
En estos días el sumo pontífice de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) nos hundió aún más en la decepción cuando sermoneó la siguiente bobada: “No hay otra mejor manera de protestar los abusos que votando”.
Ya no fue aburrimiento lo que conquistó nuestro espíritu, fue la frustración y la zozobra.
No estoy en contra del voto ni lo estaré, desde el punto de vista de la lucha noviolenta un evento electoral es una ocasión perfecta para generar la tensión social y política que rete a la dictadura, en las calles, y la derrumbe en caso de materializarse el fraude (que obviamente se materializará).
Cuando ese es el objetivo electoral: reivindicar la victoria a toda costa, el voto estimula una forma de protesta idónea para demoler la autocracia, pero si por el contrario, el evento electoral es otra forma de mantener las cosas como están y legitimar el sistema, estamos ante una irresponsable atrocidad histórica, ante una vagabundería.
Si para el sumo pontífice de la oposición la “mejor protesta que tenemos ante los abusos es votar” sin reivindicación, sin defensa total de la suprema voluntad del pueblo, sin sudor o lágrimas, estamos desconsoladamente jodidos. Sí, jodidos.
Ni Washington ni Bolívar
Lo expresado por el sumo pontífice de la MUD es una redoblada tontería. Si fuese cierta semejante simpleza de juicio ninguna sociedad del mundo habría erradicado jamás ninguna tiranía ni reivindicado sus derechos o libertades frente a dictaduras. Olvídense de Independencia norteamericana, Revolución Francesa o Emancipación latinoamericana. Ni Washington ni Bolívar habrían existido.
El voto no es la mejor forma de protesta ni mucho menos, si fuese así entonces la democracia sería una permanente protesta y no una forma de gobierno. Interpretar el voto por sí mismo como “la mejor forma de protesta” es de un raquitismo moral sin precedentes. Una necedad, por no decir un negocio.
Ni siquiera en este incandescente despelote que es la Venezuela chavista el voto es una forma genuina de protesta. ¿No fue el sumo pontífice opositor quien con su equipo puso en tela de juicio al burdel institucional que es el CNE y a todo el sistema electoral hace pocas semanas? ¿Puede ese ente prostituido velar por la “protesta” soberana del pueblo? Y si nos volviesen a cometer fraude, ¿qué haremos? ¿Le hincaremos nuevamente la rodilla al Tribunal Supremo de Justicia para implorarle que nos escuche?
Coherencia y valentía
Insisto, no soy enemigo del voto ni de la extraordinaria posibilidad que representa el hecho electoral para poner las cosas en su sitio, soy enemigo de la incoherencia y más que de ella, de que nos intenten ver la cara de pendejos de manera tan bochornosamente descarada.
Algo deberá cambiar si los iluminados y los pontífices desean que las elecciones municipales no deriven más bien en un suicidio. Al menos en esta ocasión son muchos más los candidatos que tendrían que ceder al chantaje criminal de Maduro y sus secuaces, y resignarse a una derrota corrupta.
¿Qué pasaría si ocurriese un cisma la misma noche del 8 de diciembre y los candidatos se negasen a aceptar los resultados y motivasen una reivindicación noviolenta en las calles?
Creo que seríamos verdaderamente una federación con líderes por doquier exigiendo su autonomía ganada como los grandes de nuestra historia, serían los próceres del siglo XXI.
No es una elección lo que nos están robando los chavistas y sus jefes cubanos, no, lo que nos están robando es el destino del país: el futuro. No sólo la coherencia será necesaria en esa hora difícil, mucho más lo será la valentía.
La esperanza está viva…, y no depende de pontífices o iluminados, depende del pueblo y los 300 candidatos (espartanos) que ese día definirán nuestro destino.
@tovarr