Hace ya varios años que se volvió popular aquello de las “Redes Sociales”, que no son más que servicios basados en internet en los que las personas pueden interactuar entre ellas. Si bien el concepto de “Redes Sociales de Internet” es relativamente nuevo, en la práctica tiene mucho más tiempo, sólo que antes las llamábamos “Comunidades Virtuales” y no existía una gama completa de neo-intelectuales-tecnológicos como los que hoy usan palabras cada vez más rebuscadas con la intención (supongo) de convencer a otras personas de que utilicen los “códigos de ética y etiqueta” que ellos han creado y que, de acuerdo a sus propias palabras, son el “deber ser” de estos escenarios digitales.
El panorama que se presenta en este momento es que desde hace tres o cuatro años (cuando comenzó a popularizarse el oficio de “Community Manager”), todos estos eruditos en sus artículos, charlas, foros, libros y demás actividades relacionadas con la “cruzada de evangelización social” lo único que han hecho es repetir exactamente lo mismo que decían al principio.
No quiero decir que el manejo y administración de perfiles corporativos en Redes Sociales sea algo malo. Todo lo contrario. Es imprescindible que las personas encargadas de gestionar estas “ventanas de comunicación” de las empresas conozcan las herramientas y técnicas necesarias para hacerlo.
Lo que sí condeno es que muchos “gurús” del social media, urgidos del reconocimiento de su entorno, se empeñen en la pretensión de ganar notoriedad a través del uso de palabras rebuscadas y una terminología exótica que termina confundiendo e intimidando hasta a sus propios clientes; para referirse a algo que es (y valga la redundancia): SOCIAL.
Sin irme a buscar definiciones en Wikipedia o en Rae.es, la experiencia personal me ha demostrado que todo aquello que lleve implícito el término “social” es masivo, llega a mucha gente, está relacionado con gran parte de la población y, para poder acercarse a las mayorías, debes necesariamente hablar de modo que ellos te entiendan.
Por ejemplo, ¿de qué forma puede un “social-media-god” hablarle sobre la importancia del uso de medios sociales al dueño de, digamos, una panadería; si le sale con términos como “SEO”, “ROI”, “engagement”, “viralización”, “landing page” etc?
Para poder ser social en Internet, hay que ser verdaderamente social en la “vida real”. Esto quiere decir que es necesario adaptar nuestro lenguaje al target y aún hay muchos dueños de empresas que no pertenecen a la llamada “generación digital” por lo que, para ellos, los medios de comunicación que sirven para hacer publicidad son radio, televisión y prensa escrita. En el aspecto tecnológico, lo más lejos que llegan y que consideran “viable” son las pantallas electrónicas, así que es necesario e imprescindible bajar un poco el léxico rebuscado y aprender a explicar las virtudes y bondades de las redes sociales en un lenguaje menos pretencioso.
Recordemos que ningún empresario sensato hará una inversión sin una respuesta satisfactoria a las preguntas: “¿cuánto cuesta?, ¿qué voy a recibir a cambio de esa inversión? y ¿de qué manera beneficia esto a mi marca?”. Entonces, no basta llegar a su puerta como pretendiendo ser una figura mítica, en la que parecen haber reencarnado todos los clichés geeks de la última década, e intentando afocar con un estilo inspirado en Tron o Blade Runner. Si bien es cierto que el trabajo puertas adentro debe ser profesional y orientado a resultados medibles y comprobables; lo más probable es que el amigo de la panadería prefiera hacer negocios con quien se sienta identificado, le inspire confianza y le hable sin tantos efectos especiales. Es decir, un humano real y social en los términos que lo definan a él y a sus clientes.
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