Esta semana se cumplieron 230 años del natalicio de El Libertador. Apenas vivió 47 años y si uno lo piensa desde la actualidad es inevitable que se magnifique su proeza libertaria por todo lo que hizo en tan corto tiempo. Solo pensar a Bolívar cabalgando por América es suficiente como para tenerle respeto. Si uno en carro y por autopista tarda hasta 8 horas en llegar a Valencia, calcule a lomo de bestia.
Póngase usted en su lugar, querido lector, imagine que usted sale cabalgando desde el corazón de Caracas y que le agarra una tranca de caballos en la autopista, en el túnel de La Planicie. Una tranca de caballos en un túnel tiene ser algo espantoso. Yo creo que, con suerte, a un caraqueño de hoy si la rabadilla le da para llegar a Coche, debe darse por satisfecho. Nuestros soldados, sin embargo, cabalgaron hasta el alto Perú, remontando cordilleras nevadas, llanuras interminables y llegaban, no a descansar a un hotel sino a plantar batalla al ejército español y encima, había que ganar.
El Libertador era dueño de fincas en los valles de Aragua. Probablemente, de haber nacido en nuestro tiempo, se encontrarían expropiadas y repletas de invernaderos en plena improducción.
Bolívar tuvo los mejores maestros de su época. ¿Ustedes se imaginan a Andrés Bello o a Simón Rodríguez en paro indefinido por lograr un aumento en sus sueldos de miseria? ¿Qué habría sido de la formación del padre de nuestra patria? Si mis cuentas no me fallan, Bolívar viajó tres veces a Europa y recorrió buena parte de ella en una época en que un viaje a Madrid no duraba 9 horas, sino seguramente cerca de un mes. Para ir a La Guaira a tomar el barco había que atravesar la montaña por el camino de los españoles (aunque seguramente en esto nos llevaban ventaja a los caraqueños de hoy). ¿Ustedes se imaginan a Bolívar con control de cambio y Sicad? Piensen en el Libertador regresando del banco con sus carpetas bajo el brazo porque se las devolvieron o indignado porque tuvo que recurrir al mercado negro para los gastos de la boda con María Teresa en España. Si Bolívar hubiese tenido que depender del cupo de Cadivi, seguro cancela el viaje a Roma porque no le pasa la tarjeta y no hay encuentro con Simón Rodríguez, ni juramento del Monte Sacro.
Uno nunca puede lo que un querido profesor llamaba “futurología del pasado”, ni imaginar lo que Bolívar habría hecho desde el punto de vista militar si hubiese contado con aviones Sukoy, pero lo que sí queda claro es que lo que él realizó en su corta vida sería imposible para un venezolano de hoy, así como para Bolívar sería cuesta arriba darnos la independencia en este tiempo en el que lo más difícil es poner los intereses colectivos por encima de los personales, porque con sus fallas y aciertos, esa fue su mayor virtud.
A 230 años de su nacimiento parece que Bolívar es el único que cumple.