La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, le propuso este lunes al papa Francisco una alianza para combatir las desigualdades y para diseminar por el mundo iniciativas de superación de la pobreza que han sido exitosas en Brasil.
“Un hombre que viene del pueblo latinoamericano, de nuestra vecina Argentina, agrega más condiciones para crear una alianza (entre el Gobierno brasileño y la Iglesia católica) de combate a la pobreza y de diseminación de buenas experiencias”, afirmó la jefe de Estado en el discurso que pronunció en la ceremonia de recepción del Pontífice en Río de Janeiro.
El Papa inició hoy una visita de una semana a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.
Rousseff afirmó que quiere aprovechar la visita de Francisco para renovar el diálogo entre el Gobierno brasileño y la Iglesia católica sobre justicia social, solidaridad, derechos humanos y paz entre las naciones, principios compartidos por ambas partes.
Agregó que las características personales del Papa, su origen latinoamericano y su opción por los pobres facilitan ese diálogo y la discusión de una alianza para combatir la pobreza no sólo en Brasil sino en otros países latinoamericanos, africanos y asiáticos.
Según la mandataria, el Papa, “por su sacerdocio entre los más pobres, que se refleja incluso en el nombre escogido en homenaje a San Francisco”, es el interlocutor ideal para ese diálogo.
“Sabemos que estamos ante un líder religioso sensible y atento a las ansias de nuestros pueblos por justicia social y oportunidades para todos. Luchamos contra un enemigo común: las desigualdades en todas sus formas”, afirmó.
La mandataria se refirió a los cerca de 40 millones de brasileños que salieron de la condición de pobreza en la última década y dijo que Brasil se siente muy orgulloso de esos importantes resultados.
Agregó que parte de ese éxito obedece a los programas de transferencia de ingresos a los más pobres y a otros programas sociales adoptados por el gobierno en los últimos años.
“Hicimos mucho y sabemos que aún hay mucho por hacer, y en ese proceso hemos contado con la asociación importante con la Iglesia”, afirmó.
Aseguró que las diferentes pastorales del episcopado brasileño han sido estratégicas en las acciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones menos favorecidas, entre las cuales están los campesinos sin tierra, las personas que viven en la calle, los presos y los desempleados.
Agregó que Brasil viene difundiendo sus programas de combate a la pobreza entre otros países de la región y en otros países en desarrollo de África y Asia.
“Creemos que el apoyo de la iglesia a esos procesos puede transformar esas iniciativas locales exitosas en iniciativas globales”, afirmó al referirse a la alianza que el Gobierno brasileño desea acordar con el Vaticano.
La mandataria afirmó que al igual que el Papa considera que las estrategias de superación de la actual crisis económica no pueden limitarse a medidas de austeridad y que necesitan tener en cuenta los problemas sociales de los más pobres y de los jóvenes, a los que consideró como principales víctimas de la crisis.
Afirmó que ese fue el mensaje de las manifestaciones por mejores servicios públicos que en junio pasado sacudieron a todo Brasil y que llegaron a movilizar en algunas jornadas a más de un millón de personas en un centenar de ciudades.
“Los jóvenes claman en las calles por más derechos sociales, más educación, calidad de vida… Los jóvenes exigen respeto, ética y transparencia. Quieren que la política atienda sus intereses y que no sea territorio de los privilegios. Los jóvenes están cansados de la violencia que los hace las principales víctimas y quieren combatir toda forma de discriminación”, afirmó.
En ese sentido elogió las iniciativas de la Jornada Mundial de la Juventud por “un mundo mejor”. EFE