Ningún ecuatoriano sueña con conseguir dólares en una extraña subasta que no gana el mejor postor sino los peores; tampoco confía en su cupo Cadivi. Le basta a ese habitante de Quito o Guayaquil con acudir a cualquier cajero automático para obtener todos los que quiera.
Los países del ALBA condenan el imperialismo sin volarse la tapa de los sesos de un balazo; manejaron sus economías con mayor sensatez que Chávez. Los ayudó el recuerdo de la hiperinflación que alguna vez sufrieron, y no como Venezuela, cuya inflación ha sido siempre atenuada por el petróleo, hasta que el chavismo logró el milagro de acercarnos a una inflación descontrolada. Ahora, al borde del abismo, Maduro vacila en retroceder, sigue practicando la doctrina de “ni un paso atrás”: bastaría con una súbita caída del precio del petróleo para que Venezuela conociera la crisis económica mayor de su historia, cosa que, según algunos, es posible porque el petróleo conoce épocas de vacas gordas y épocas de vacas flacas, como supo Caldera en su segundo gobierno., Recientemente, el Gobierno boliviano financió unas carreteras porque el dinero prometido no llegó de Caracas. En pueblos perdidos de Bolivia se ven grandiosos, e inútiles, centros comunales construidos por Venezuela, edificaciones fantasmas sin uso, como ejemplo de una forma original de despilfarrar la riqueza petrolera.
Al mejor estilo adeco de otros tiempos; en cambio Evo Morales ha llevado la electricidad y el servicio de agua por todo el país; a su gobierno lo invade la corrupción. En La Paz el restaurante danés, supuestamente el mejor del mundo, inauguró un local de comida sofisticada empleando productos bolivianos.
En Bolivia y en Ecuador no copian el modelo venezolano, ni locos. Como Chávez, Evo y Correa aspiran a gobernar por largo tiempo, pero parecen imitar modelos asiáticos, los surcoreanos tienen una gran presencia en ambos lugares. En Ecuador construyen una ciudad del conocimiento, un centro de excelencia empresarial; en Bolivia asesoran al Gobierno en ambiciosos planes agrícolas. Corea no se desarrolló según las recetas del FMI, sino según el ejemplo japonés de un Estado fuerte e interventor, pero favorable a las grandes empresas a las que les exigía eficiencia y capacidad de exportación. Mientras el tradicional modelo proteccionista en Venezuela favoreció a empresarios ineficientes, en Corea se castigaba a ese tipo de empresarios y se alentaba a una Samsung a convertirse en gigante mundial. Venezuela ni desarrolló siquiera su industria petrolera, no aumentó su producción. Corea creció fortaleciendo sus empresas, algo similar a que el gobierno de Chávez hubiera convertido a Polar en una empresa 10 veces mayor.
Chávez, para que llegaran al poder, financió a Correa y a Evo Morales, los orientó para ganar elecciones y superar situaciones económicas y políticas, sin Chávez ellos no existirían; pero los dos aprendieron que, si bien en política les convenía el discurso radical, mejor era manejar la economía sin andar expropiando a troche y moche.
No contaban con los recursos de Venezuela, o no quisieron destruir su agricultura, acabar con los equivalentes locales de Industrias Diana, Furiosa, Fortul, Café Madrid, El Peñón, conservas La Gaviota, Agropatria, por citar algunas empresas estatizadas, sin contar en esta lista las estrellas del socialismo del siglo XXI, las empresas de la CVG.
@faustomaso