Ni reconoce, ni piensa reconocer que Nicolás Maduro sea el legítimo presidente de Venezuela, pese a que cumple 100 días en el gobierno y diferentes mandatarios del mundo que ya lo tratan como tal. Henrique Capriles insiste: le robaron las elecciones del pasado 14 de abril.
“Maduro no tiene legitimidad y no la tendrá nunca”, dijo Capriles en una entrevista con BBC Mundo. Y frente a esto, aseguró, la palabra clave es paciencia.
Poco más parece tener al día de hoy para alcanzar el objetivo de poner fin a década y media de chavismo en Venezuela. Si salió de las elecciones consolidado como indiscutible líder opositor, si haberlas perdido por 1,49% de votos se convirtió en su mayor victoria política, todo eso parece haber quedado en nada.
Eso desespera a alguno de los suyos, que creen que el tiempo corre a favor de Maduro y que Capriles sigue desinflándose, tras haber dejado pasar el momentum de abril, cuando los opositores estaban movilizados y furiosos por el supuesto robo electoral.
Mientras aguarda respuesta a sus denuncias de fraude (ver recuadro), trata de mantenerse en la palestra pública como gobernador de estado Miranda, que forma parte de la región capital.
También creó un programa de televisión que transmite por internet, el cual, asegura, es la “última ventanita” que le queda desde que cambió la línea editorial abiertamente opositora del canal Globovisión, vendido después de las elecciones.
Y planifica, proyecta y se imagina el largo plazo. Capriles, como pasó en Chile con Augusto Pinochet o con el priísmo en México, quiere vencer al chavismo en su propio terreno, con sus propias reglas. Por eso concurre a elecciones organizadas por las mismas instituciones que considera tramposas: “Se puede andar y mascar chicle”, dice.
Su objetivo es dar un vuelco al panorama electoral -en los comicios para alcaldes del 8 de diciembre- plantear una reforma constitucional en 2014 y hacerse con el control de la Asamblea Nacional en las elecciones de 2015.
BBC Mundo lo entrevistó en Caracas.
¿En algún momento piensa reconocer la legitimidad de Maduro?
Es que Capriles no es el que la reconoce, Maduro no tiene legitimidad y nunca la tendrá. Maduro ejerce sobre la legalidad y sobre la institucionalidad. La legitimidad es una cosa y la legalidad es otra. Por ejemplo, Raúl Castro es presidente de Cuba, ¿pero sobre elecciones democráticas, libres y transparentes? No. Entonces no goza de legitimidad democrática. Igual es el caso de Maduro.
Si dice que su reto es vencer con las propias reglas del juego impuestas por el oficialismo, según esas reglas, Maduro es el presidente.
No, porque las reglas no dicen que no haya auditoría ni que no existe la posibilidad de impugnar las elecciones, ir a juicio y demostrar la verdad. Si hubiese perdido por un voto sobre la base de una auditoría, revisando cuadernos de votación, y pierdo por un voto, inmeditamente diría ‘señores perdimos por un voto’. Pero no es el caso.
Desde un punto de vista internacional, estos encuentros con otros presidentes que ha mantenido Maduro, como el último con Santos, ¿no cree que se está dejando su estrategia aislada?
Es que nosotros no hemos entrado en esa dinámica de pedirle a los presidentes que desconozcan al gobierno de Maduro. Lo que hemos es entrado en la dinámica de que conozcan la situación institucional y entiendan por qué Maduro está en la presidencia. No soy un López Obrador ni sigo los pasos de López Obrador. Mi compromiso con el país está en denunciar siempre las cosas sobre la base de la verdad. Y eso he hecho ahora.
En diciembre, un recién llegado diría ‘ya va, el Consejo Nacional Electoral tiene problemas y la alternativa democrática los está denunciando’. Entonces, entenderá lo compleja que fue la elección a gobernador en diciembre y eso puede prender las alarmas para que el mundo no nos deje solos, porque pareciera que las instituciones en Venezuela son libres, que hay separación de poderes, que todo está muy bien, y eso es mentira. Entonces qué hago, caigo en el chantaje, cierro la boca y a navegar, o me planto firme y denuncio los atropellos, los abusos y convierto ese sabor en más organización, más lucha, más defensa del voto… Ése es el camino que yo elegí.
Dice que le robaron la elección y sin embargo llama a votar en diciembre. ¿No teme acabar con 335 impugnaciones? ¿Cree que es más difícil volver a un escenario que considere fraudulento?
No. Cada vez estamos mejor preparados, ya sabemos dónde votan los muertos y cantidad de cosas que tenemos una gran oportunidad, con una base de apoyo más grande, de vencerlos, como lo hice en diciembre. ¿Cómo gano la de gobernador de Miranda en diciembre? Porque la diferencia era tan grande y tan clara, que no me pudieron robar la elección. Si hubiese sido cerrada, te aseguro que me la roban.
Ellos dicen ‘mire, en diciembre ganó y en la presidencial dice que le robaron, con el mismo sistema’. No es así, es el mismo sistema, pero la base de apoyo en Miranda fue tan grande que no me pudieron robar la elección. En abril fue cerrada, calculo que ganamos por 400.000 votos sobre un universo de más de 15 millones. Estamos hablando de un 2%, que en un abrir y cerrar de ojos nos lo quitaron. Encontes el reto es llegar a diciembre con una base de apoyo mucho más grande.
¿No cree que se va a enfriar la gente?
Me preocupa que pareciera que para que el mundo nos preste atención tiene que haber muertos. Se lo dije al presidente Piñera, mire, no es posible que el secretario general de la OEA, Insulza, reacciona si hay muertos en Venezuela producto de protestas y si no, entonces no hay atención de la OEA. Eso es un chantaje.
El mundo no puede ser eso, ni América no puede ser eso. No es que la gente se enfríe, es normal lo que vivimos, pasaron tres meses de la elección y no puedes tener a la gente en la calle porque la agotas, la cansas, la desgastas y eso no va a cambiar la realidad de las instituciones que pasa por vencerlas en el terreno democrático, no en la violencia. ¿Cómo cayó la dictadura de Pinochet? Con un plebiscito.
¿Para cuándo calcula eso en Venezuela?
Ya empezó.
¿Y cuándo va a terminar?
Son varios capítulos. Vienen las elecciones a alcalde. Probablemente el año que viene no una Constituyente, pero sí una reforma a la Constitución. Después las elecciones a la Asamblea Nacional. No puede ser la impaciencia mi aliado. La paciencia tiene que ser mi gran aliado porque quiero que el cambio en Venezuela dure, no lo quiero efímero y que después venga un golpe de Estado. Lo peor que le puede pasar a Venezuela es un golpe de Estado.
Fraude estancado
El líder opositor asegura haber entregado las pruebas del fraude al Tribunal Supremo de Justicia.
Un dossier dado a conocer públicamente el 17 de abril especifica irregularidades que, según Capriles, afectarían más de un millón de votos.
Se trata de máquinas de votación dañadas, de mesas en las que sus testigos fueron impedidos de asistir al recuento o del supuesto abuso del voto asistido. Todo desestimado como fantasioso por parte del oficialismo.
Se trata de elementos de muy difícil comprobación si no hay acceso a los cuadernos de votación, donde los electores estampan su firma y su huella dactilar. Los cuadernos están en manos del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Si hay juicio, se deberían poder escrudiñar tales cuadernos. Por ahora, el TSJ ni siquiera ha dicho si acepta estudiar el caso.
Capriles ha dicho que si no encuentra justicia en Venezuela, acudirá a las instancias internacionales. Otro camino largo y de final incierto.