La noticia no es tomadera de pelo, la registra el diario Panorama . En Venezuela parece que estamos tocando fondo y eso ya es mucho decir porque somos el país de los fondos infinitos, donde ya casi nada logra impactarlo a uno, por eso la información ha asombrado a la colectividad, no tanto por la gravedad del hecho en sí mismo, sino porque el país está impresionado de que haya algo que lo sorprenda. El caso es que en la ciudad de Maracaibo se ha puesto de moda el atraco de cabello.
Suena descabellado, no cabe duda, pero está sucediendo. Unas mujeres denominadas “las pirañas”, provistas de tijeras, atracan a las damas en el centro de la ciudad y en vez de llevarse la cartera o el teléfono lo que piden es el pelo. Según la información, mechones abundantes de hasta 22 centímetros pueden costar entre 2 y 5 mil bolívares y son vendidos en peluquerías, algunas de las cuales tienen avisos que dicen: “se compra cabello natural”.
Ya la situación en sí misma es dantesca, que una malandra se te acerque y te suelte: “¡dame el pelo o te quiebro!”, rompe con todos los parámetros delincuenciales. Aquí no valen excusas como: “¡no por favor, que no me lo lavé hoy!” o “¡¿pero no estás viendo que tiene horquetillas?!”. No sé si, aparte del país más feliz del planeta, hay otro lugar en el mundo en el que se registren casos similares. Tan asombroso como que alguien te tome el pelo es que haya otra gente dispuesta a comprarlo y supone uno que otra persona dispuesta a colocárselo nuevamente. Como funciona este complejo negocio del cabello es una asunto escabroso que probablemente nunca conoceremos en su totalidad y seguramente nadie se atreverá a investigar.
Quien quita que más de una robada reconozca su melena en la cabeza de otra dama y proceda a recuperarlo por la fuerza, porque en esto de la robadera de cabello, ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón.
¿Qué medidas tomar frente a tan inusitado hecho? Según el diario mencionado, muchas damas han optado por caminar con la cabellera tomada de la mano o recogida, pero eso no es garantía de nada, porque en este caso no se trata de un arrebatón sino de sometimiento y corte, como en la Revolución Francesa. Una opción es que las posibles víctimas se rapen su propio cabello y lo vendan de una, antes de que las pirañas hagan su trabajo, claro que por esta vía, los ciudadanos terminaremos saliendo desnudos a las calles, porque hoy es el cabello, mañana la camisa, pasado el pantalón, porque los zapatos hace tiempo que los roban.
En fin, hacemos un llamado a las autoridades competentes para que alguien tome cartas en el asunto. Que se investigue esto hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, porque el robo de cabello no puede quedar impune.