Cuando la ansiedad y el estrés atacan, estamos ante la presencia de una… ¡crisis sexual! Aquí algunas señales para saberlo:
– Los besos son con la boca cerrada, porque no quiere exponerse a que las cosas se “calienten”.
– Cuando están juntos empieza a hablar de temas cero candentes: los hijos, las cuentas, las familias y sus males, los vecinos, etcétera. El chiste es tocar temas que no tengan que ver con la sexualidad.
– Después del sexo, se duermen de inmediato. Nada de abrazos o besos, ni nada, la idea es sólo cumplir con el deber del coito.
– “Me duele la cabeza”, “Estoy cansado”, “tengo mucho sueño”, y cualquier otra excusa es ideal para no tener sexo.
– Embriagarse hasta ser declarado inútil es una buena manera de evadir el sexo.
– El trabajo parece ser el único tema que le importa a tu pareja. Así que empieza a dormirse ya tarde porque tiene mucho trabajo… el chiste es estar alejado de la cama y de ti.
– El deseo parece desaparecer o por lo menos volverse selectivo y tú no entras dentro de esa selección. ¡Aguas!
– Fantasías donde tu pareja no tiene lugar. No es malo fantasear, pero cuando ni siquiera éstas ayudan a mejorar el sexo con tu pareja, probablemente es el final.
– Si todo lo que antes te gustaba y amabas, ahora te incomoda y hasta odias, no hay duda de que te estás frente al final de la relación.
– Si se niega a todo lo que propones, es porque seguro está pensando que lo de ustedes “ya fue”.
– “¡No me toques!”: si dice eso o algo similar cuando lo o la acaricias, queda claro que no quiere estar ahí.
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