El estancamiento en las negociaciones de paz con la guerrilla de las Farc está debilitando el respaldo al presidente de Colombia, un dolor de cabeza que sumado al menor ritmo económico convertiría su último año de gobierno en un camino de piedras.
Juan Manuel Santos entra el miércoles en la recta final de su mandato, en el que tomó como principal bandera acabar con el conflicto armado que en medio siglo ha cobrado más de 200.000 vidas y forzó a millones a dejar sus hogares.
Pero el conflicto no da tregua pese a que el Gobierno lleva más de ocho meses negociando la paz con las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en Cuba.
A muchos colombianos se les está acabando la paciencia con el asunto. Por eso Santos advirtió a la guerrilla el lunes que el momento de sellar la paz es “ahora o nunca”.
Aunque un 59 por ciento de los ciudadanos aprueba que Santos esté buscando la paz, sólo el 43 por ciento cree que lo logrará, de acuerdo con un sondeo de la firma Ipsos Napoleón Franco.
“Colombia se merece la paz para detener este baño de sangre, ojalá a través del diálogo que no avanza. Pero si no es así tocará por la fuerza de las armas aunque la guerra se siga prolongando por años”, dijo Oliver Bueno, un ingeniero industrial de 40 años, en una calle del norte de Bogotá.
Santos, un economista de 61 años educado en Estados Unidos e Inglaterra, ha evitado confirmar si se lanzará a una reelección pero admitió que quiere dar continuidad a sus políticas, incluido el tema de la paz con la guerrilla. El presidente tiene hasta noviembre para decidir si se postula.
Aún si decidiera no competir por otro mandato, resolver la situación con las Farc es clave para ayudar a apaciguar en su último año de gobierno el malestar por la desaceleración de la economía y las protestas de campesinos, agricultores y mineros que reclaman más gasto en salud, educación, empleo y carreteras.
“La firma de un acuerdo de paz no sólo le conviene a Santos, le conviene al país, todo al final del día está un poco conectado”, dijo la politóloga María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz, quien advirtió que esa posibilidad no significaría el fin de los problemas.
La lista de escollos para Santos empieza por el menor ritmo económico. Por el efecto de la crisis internacional, el Gobierno redujo su meta expansión para este año a 4,5 por ciento desde un 4,8 por ciento previo, aunque los analistas pronostican un crecimiento igual al del año pasado del 4 por ciento.
Además, el testarudo desempleo se mantiene como uno de los principales problemas sociales para muchos de los 46 millones de colombianos. Y el mandatario tampoco ha logrado resolver una crisis en el sistema de salud ni la inseguridad en las calles.
TEMA DE CAMPAÑA
Aunque Santos advirtió que las negociaciones con las Farc demorarían meses, las partes sólo han logrado un acuerdo parcial en el tema agrario desde que se sentaron a la mesa en noviembre del año pasado.
Y es poco probable que las conversaciones concluyan pronto si ambos bandos siguen tan intransigentes en algunos puntos.
La guerrilla propuso un cese al fuego, pero el presidente lo rechazó con el argumento de que podrían sacar ventaja militar de esa circunstancia y dilatar las negociaciones.
Los colombianos no quieren la paz a cualquier precio. Algunos opositores, como el ex presidente Álvaro Uribe, temen que el Gobierno entregue demasiadas concesiones para poner fin a la confrontación, sobre todo después de un ataque de las Farc en julio en el que murieron 15 militares, el peor golpe de la guerrilla desde que comenzaron los diálogos de paz.
“La negociación es un proceso del que la gente duda mucho que se pueda culminar con éxito y tiene un rechazo enorme a una paz con impunidad o con concesiones importantes para la guerrilla que pretende una paz sin ir a la cárcel y sin entregar las armas”, dijo Alfredo Rangel, director del Centro Seguridad y Democracia de la Universidad Sergio Arboleda.
Aunque Santos asegura que sabe hasta donde ceder, estas dudas juegan en contra de su futuro político.
El mandatario mantiene una popularidad de un 49 por ciento entre los ciudadanos, mientras que seis de cada 10 no quiere que se presente a un nuevo período, reveló la encuesta de Ipsos Napoleón Franco.
“La popularidad del presidente está en alrededor de un 50 por ciento, lo que indudablemente le da un capital político importante para buscar su reelección, aunque no va a ganar con facilidad”, dijo Jorge Londoño, gerente de la firma de investigación de mercados y de opinión pública Invamer Gallup.
Si Santos decidiera ir por un segundo mandato, cuenta a su favor con la constante atención de los medios y el presupuesto estatal para acelerar el ritmo de obras y satisfacer algunos reclamos. Eso podría mejorar su popularidad, según expertos.
Pero mientras tanto, las Farc podrían aumentar sus hostilidades de aquí a las elecciones como lo han hecho históricamente en eso periodos para mostrar su poder militar.
“El tema de la paz y de la seguridad, sin lugar a dudas, van a ser prioritarios en la campaña electoral por el deterioro de la seguridad y la expectativa frustrada que ha generado el Gobierno con los diálogos en La Habana”, afirmó Rangel.
Si el presidente se animara a postularse otra vez, podría enfrentar a su propio primo opositor, Francisco Santos, quien es uno de los escuderos del ex presidente Uribe.
De todos modos, para Santos todo vuelve al mismo tema: la pacificación del país.
“Toda la obra de Gobierno de Santos está subordinada a la firma de un acuerdo de paz con las Farc”, dijo el analista político y profesor de la Universidad del Rosario, Vicente Torrijos. Reuters