El CNE es el producto de una relación pecaminosa entre el incubo castrocomunista y el chavismo. Este pecado original ha causado un cataclismo en la región que crece con el tiempo. El monstruo se concibió en el aquelarre de la Constituyente del 99, se gestó a partir de los espasmos del paro petrolero y el golpe del 2001 y casi fue abortado por la guarimba del 2004. Finalmente su alumbramiento ocurrió con el fraude del referendo. Aun sufrimos las consecuencias de este siniestro engendro que parecen no terminar a corto plazo. Antes de entrar a explicar la mecánica de cómo se puso en práctica el plan del fraude debemos enfocar sobre su historia y analizar con mas detalle el parapeto montado para ejecutarlo.
El libreto de este penoso proceso es el Plan Prócer, el proyecto de control del voto desarrollado por Fidel para convertir a Hispanoamérica en un imperio comunista y perpetuarse en el poder. La historia del fraude se inicia luego que Chávez triunfa en las elecciones del 98. Castro lo convenció para poner en práctica un plan secreto para eternizarse en poder. Para ejecutarlo había que actuar con cautela hasta que el proyecto estuviera avanzado y se controlaran los poderes del Estado, especialmente las FAN. Al llegar a ese punto se radicalizaría la revolución copiando el modelo cubano.
El avance inicial se haría lentamente en dos frentes. Uno oficial que correspondería a las acciones del CNE y otro encubierto constituido por el apoyo solapado de simpatizantes no identificados que se harían pasar como miembros de la oposición. Ese proceso tomaría varios años para apoderarse de Venezuela y poder contar con sus recursos petroleros para financiar la revolución comunista hispanoamericana.
En 1998 cuando la candidatura de Chávez tomó fuerza el MAS decidió apoyarlo. En ese momento Petkoff se separó del partido que había fundado y se declaro “independiente”. Esta decisión pudo ser una coincidencia o una coartada. Luego de su triunfo Chávez siguió las líneas de Fidel, tomando acciones para preparar el terreno electoral futuro. La primera prioridad fue la Constituyente y aprobar un nueva Ley Orgánica de Procedimientos electorales (LOPE) hecha a la medida del fraude que eliminara el incómodo CSE y facilitara ciertos cambios.
La LOPE y su reglamento incluyó disposiciones fríamente calculadas para facilitar la trampa. Para entonces ya el voto electrónico era obligatorio, gracias a la ley promovida por Caldera y Petkoff, entre otros. La novísima ley, lo desmaterializó mediante una redacción sibilina, que engañó a los ingenuos abogados de la oposición. El sutil paquete chileno legal que se incorporó hizo superfluo el comprobante manual que producían las máquinas. El objetivo era hacer el sistema inauditable dejando sin valor el comprobante de voto y los cuadernos electorales. Estos argumentos solo se harían públicos en una eventualidad futura que obligara a dejarlos en evidencia.
Para poner en práctica el plan solo faltaba relegitimar los poderes del Estado, cancelar el contrato con INDRA e instalar un sistema nuevo. Esto no fue problema porque Fidel tenía preparada una maniobra. Para redondear la faena, en febrero del 2000 la AN promulgó el Estatuto del Poder Publico, acabando premeditadamente con la transparencia del arbitro electoral. Este estatuto además disminuyó la proporcionalidad en la distribución de los escaños y se crearon nuevos circuitos para facilitar el control de la AN por el chavismo.
En diciembre de 1999, con la nueva constitución en la mano, el VP de la AN Isaías Rodríguez anunció las mega elecciones y poco después presenta la primera directiva del CNE donde la mayoría oficialista estaba blindada con “independientes”. Entre los rectores estaban los ex miristas “independientes” Estanislao González y Eduardo Semtei un “independiente” seguidor de Petkoff. En la directiva estaban además el inefable Teodoro, y el general Ramón Guillermo Santeliz un comunista infiltrado en las FAN desde que ingresó como cadete a finales de los años 50. Santeliz fue nombrado director del REP, el área mas sensible del sistema electoral. El control de esa área era de especial interés para el G2 cubano y da una idea del papel fundamental que ese tenebroso órgano de inteligencia asignaba a los militares venezolanos. En este elenco entre bambalinas actuaba como enlace con el gobierno una ficha importante: Tibisay Lucena. Esta señora fue una recomendada por Jorge Rodríguez una estrella en ascenso del chavismo.
En el CNE inicial no se incluyó a Jorge Rodríguez pese a haber trabajado en Cordiplan con Petkoff y Semtei. Alguien decidió que debía ser entrenado previamente para ejecutar importantes funciones en ese cuerpo en el futuro. El siguiente paso del CNE fue relegitimar a las autoridades y sacar de juego a INDRA. Esa misión fue cumplida sin problemas por la mayoría oficialista. La reelección de Chávez no fue amenazada porque su principal contendor fue Francisco Arias Cárdenas, quien aceptó hacer la pantomima de opositor. La expulsión de INDRA fue utilizada como “prueba” flagrante de su incapacidad para conducir la megaelecion. En ese momento todo parecía ir bien para iniciar el plan.
Al entrar el 2001 el gobierno se aprestó a ponerlo en practica pero una serie de eventos inesperados le hicieron cambiar de rumbo. Ante las continuas violaciones de la nueva constitución en la oposición empezó a germinar un movimiento de resistencia creando un ambiente prerrevolucionario. Ese año fue tenebroso para el gobierno. El paro petrolero y el golpe de 11A le hicieron ver a Chávez que la revolución estaba en peligro. La delicada situación obligo a postergar los preparativos del plan previstos para el 2001.
Luego de sobrevivir a duras penas el 2001 apareció una amenaza mas seria en el 2002. Ese año la idea de efectuar un referendo revocatorio en 2004 empezó a tomar cuerpo y el gobierno trato de torpedearlo sin éxito. En este proceso llegó 1993 con un aumento de las probabilidades que el referendo se realizara. Ante esta amenaza Chávez no esperó mas y dio instrucciones para iniciar los preparativos para ejecutar el plan secreto. En agosto del 2003 fueron nombrados nuevos rectores del CNE. Entre ellos estaba Jorge Rodríguez quien para entonces ya estaba preparado para cumplir la importante misión que le habían asignado.
Durante el período de apresto Jorge, cumpliendo instrucciones, había estado tratando de localizar a una empresa de ingeniería de sistemas dirigida por gente de confianza. Entre varias que había entrevistado se inclinaba por una pequeña compañía de maletín que se iniciaba llamada SMARTMATIC. La empresa había sido fundada en 1997 por cuatro ambiciosos ingenieros recién graduados que estaban buscando su primer contrato de importancia. Su hermana Delcy, hoy flamante ministra de comunicaciones, se los había recomendado. Ella trabajaba entonces en el Instituto Municipal de Crédito Popular que dependía de Freddy Bernal, Alcalde de Caracas. Delcy conocía bien a uno de los propietarios de SMARTMATIC llamado Armando Anzola. En base a esta información Jorge se reunió con el y empezaron a conversar. Allí se inicia la buena fortuna de SMARTMATIC.