El día que a Eliana le robaron el cabello transcurrió sin presagios. Salió de su oficina, se despidió de sus compañeros y partió al barrio Casiano Lossada, donde vivía, en un carrito por puesto. Llevaba cuatro paquetes de harina y arroz, un modesto milagro en medio de la escasez.
Se bajó en la parada con las manos ocupadas en las bolsas y la cartera, rumbo a su casa. Tras una marcha de 200 metros, dos hombres en una moto le pasaron por el frente. “Son dos motorizados más”, pensó. Otros de los tantos que circulan en el oeste de Maracaibo. Segundos después, escuchó el ruido del escape a sus espaldas, muy cerca. “Me van a atracar”, se dijo luego.
El parrillero se bajó con un pico de botella en la mano. Lo blandía amenazante. Eliana temía que la hirieran. Inmóvil, soltó las bolsas e imploró que no le hicieran daño, que ella entregaría todo. Pero todo, para los asaltantes, se traducía en su cabellera azabache de unos 50 centímetros de longitud.
-¡Mi pelo, no! ¡Mi pelo, no!, se lamentaba Eliana, mientras el agresor cortaba las primeras hebras con el filo de la botella.
-¿Qué queréis, que te matemos? ¡Sí te lo vamos a cortar!, le respondió el parrilero sin abandonar la operación.
El piloto al ver que su compañero se demoraba más de la cuenta, le ofreció una tijera que tenía guardada en un bolso. Este la tomó y dio el picotazo final. “¡Ras!, fue lo único que escuché”, contó Eliana.
La huida y el lamento
La piraña -o el piraño, dirían las cúpulas del Gobierno nacional- se embarcó en la moto del compinche y desapareció en un santiamén cargando con una crin apetecida en el mercado de las extensiones de cabello y cuatro paquetes de harina y arroz.
La joven, de 32 años, llegó a su casa con la ayuda de una mujer que se percató del atraco. La primera en recibirla fue su hermana. “¡¿Eli, qué te pasó, quién te hizo esto?!”. Lloraban abrazadas, no podían articular palabras. “Me atracaron”, atinó a responderle Eliana.
Su madre también sollozaba pero daba gracias a Dios por que a su hija no la hubiesen herido. El tercero en salir al encuentro de Eliana fue su hijo mayor, de 11 años. “Mami, ¿por qué te hicieron eso?”.
La pregunta, aunque inocente, encierra una hondura inimaginable para el espectador incauto, porque cuando te roban el pelo también te roban tiempo. El blog del Instituto Médico Estético de Madrid pondera que el cabello puede crecer un promedio de 0,44 milímetros por día.