Hablar del MAS no es sencillo para quien militó muchos años en esa organización. Hace poco, cuando una mayoría partió de ella, lo hicimos conscientes de que se había agotado como instrumento político. La Convención Nacional (2007) y la Dirección Nacional (2009) habían aprobado por unanimidad esa política de “bajar la Santamaría al MAS” para construir una plataforma progresista que se encontrara con otras fuerzas de cambio, además aprobó la propuesta de la Tarjeta Unica, “interpretando el sentimiento unitario del país”.
Ya mantener agonizante al MAS era inútil pero hacerlo ahora para dividir y acribillar el espíritu democrático en un momento como el que atraviesa el país, es una aberración inaceptable. En aquel momento y siempre, respetamos a aquellos que se quedaron en el MAS con la ingenua intención de reconstruirlo, hoy sabrán que tal posibilidad es una quimera.
Son muchos los gratos recuerdos. Hablar del MAS puede generar cierta nostalgia hasta que advertimos que no hablamos de los tiempos estudiantiles o del “Movimiento Fórmate y Lucha” (MFL), ni de aquel partido pionero en las lucha por la descentralización, defensor a ultranza de los Derechos Humanos y absolutamente comprometido con las causas populares. Ese partido fue arrastrado por el pragmatismo, se mimetizó con la otrora poderosa socialdemocracia y abandonó la lucha por construir una alternativa al bipartidismo que enfrentaba, lo cual –a la postre- abrió espacio al discurso de reivindicación social de Hugo Chávez y a la atrocidad que hoy vive Venezuela.
Apoyar a Caldera para quebrar al bipartidismo era la lógica de quienes habíamos perdido la esperanza de liderizar el cambio. Voltear la mirada a la candidatura de Irene Sáez era signo de enormes carencias, las mismas que muestra el PSUV con candidaturas de artistas y peloteros que nada tienen que ver con la lucha social. Finalmente, respaldar a Chávez fue inevitable pues encarnó en su momento la esperanza de cambio y no existía otra “alternativa” que Salas Römer apoyado por AD y Copei. Después el MAS rompió con el régimen militarista cuando aun era una fuerza colosal y eso le reivindicó como fuerza democrática, pero regresar ahora al “Polo Patriótico” por la puerta de atrás, cuando el deslave moral arrasó con la dignidad y los saltos de talanquera son bien pagados, es algo francamente vergonzoso.
No hablamos del “MAS de mis tormentos” que extravió Cabrujas en los años 90. Hablamos del MAS que compró José Vicente Rangel, que dirige David De Lima tras bastidores y está al servicio del gobierno decadente, corrupto e ilegitimo de Maduro. Hablo de un partido que tiene la sordidez para postular a un oficialista corrupto e inmoral en El Tigre, saltimbanqui y mentiroso como su jefe Nicolás. Hablo de ese MAS -prostituido y desleal- que tiene la impudicia de proponer a un adulador de William Ojeda como contrincante del Prof. Lorenzo Rondón, quien fue uno de los fundadores de ese partido y aun hoy es un ejemplo de lucha y honestidad.
No quiero polemizar con quienes electoralmente son insignificantes y serán triturados por la voluntad democrática del pueblo; expongo la verdad del MAS con mucho pesar pues habiendo abandonado silenciosamente esa tolda para construir otra alternativa, me siento obligado a marcar distancia de los sepultureros que han traicionado su propia historia, atentan contra la unidad y dan la espalda a la lucha democrática en esta hora crucial. Mi solidaridad a quienes –desde adentro- se opusieron a este trágico final del partido que una vez aglutinó a la juventud venezolana.
Twitter: @richcasanova
(*) Dirección Nacional de Avanzada Progresista / Vicepresidente ANR del CIV.