El 28 de agosto de 1963 sindicatos, actores y organizaciones afroamericanas consiguieron reunir la mayor manifestación de la historia de Washington hasta entonces. Para la mayoría del país, el mensaje fundamental fue la calma y el aire festivo en la concentración. El discurso final del reverendo King es lo que hoy más se recuerda, pero no fue ni lo más significativo ni lo más destacado en su día.
1. King no era el líder de la marcha. Quien había empujado más y había ideado la manifestación era A. Philip Randolph, un sindicalista que intentaba organizar la protesta desde 1941. King apenas ayudó en los preparativos. Aunque ya era conocido y fue presentado como «líder de la revolución moral», King era sólo un orador más al final de la jornada, tras seis horas de discursos y canciones de Joan Baez o Bob Dylan.
2. «I have a dream», en el decimonoveno párrafo. El discurso que King improvisó tenía poco que ver con el tema de la manifestación, cuya agenda era muy económica. Su lema era «For Jobs and Freedom». Las palabras del reverendo estuvieron entre las más aplaudidas, pero casi se olvidaron hasta después de su asesinato en 1968. Al día siguiente de la marcha, The New York Times dedicó una pieza de análisis al discurso, pero, en la crónica principal, el nombre de King no aparecía hasta el decimonoveno párrafo.
3. King ya había tenido ese sueño. El activista había utilizado la coletilla de «yo tengo un sueño» en varios discursos desde 1961. Empleó párrafos casi idénticos a los de uno pronunciado un mes antes en Detroit. Improvisó el final. Una cantante de gospel que tenía al lado, Mahalia Jackson, le sugirió «Háblales del sueño, Martin», aunque no se sabe si eso fue lo que le impulsó a recitar esas frases.
4. Charlton Heston, héroe de los derechos civiles. El actor fue uno de los más activos, junto a Marlon Brandon, a la hora de empujar a otros colegas de Hollywood para que acudiesen a la marcha. Incluso organizó una reunión para presionar a los estudios de los grandes canales para que cubrieran ampliamente la manifestación. Lo consiguió. Fue el evento más seguido por los periódicos y las televisiones desde la toma de posesión de Kennedy.
5. Miércoles (medio) festivo. El presidente Kennedy pidió que la marcha no se organizara en fin de semana para evitar la aglomeración que temía. Pese a que era miércoles, fue una de las manifestaciones más grandes de la historia de Estados Unidos. Al menos 1.500 autobuses y 33 trenes organizados por los sindicatos y grupos afroamericanos llegaron a la capital, además de los transportes habituales. El alcalde de Nueva York, Robert Wagner, declaró festivo ese miércoles para que pudieran viajar sus empleados públicos.
6. Mujeres discriminadas. Los organizadores de la marcha apenas dejaron hablar a las mujeres afroamericanas a pesar del papel activo que habían tenido en las arriesgadas protestas en el Sur y en los actos de resistencia pacífica. Sólo después de muchas quejas, se permitió hablar a un par. A Rosa Park, heroína en Alabama, sólo se la mencionó de pasada. Después de la marcha en Washington, algunas líderes afroamericanas se pasaron a la lucha por los derechos de las mujeres y dejaron las reuniones sobre derechos civiles.
7. Ley seca. El principal temor de las autoridades y la prensa era que la marcha acabase en violencia. Un grupo nazi intentaba manifestarse el mismo día, aunque la ciudad no le había dado permiso. Washington hizo sitio en las cárceles y ese día se prohibió la venta de alcohol en restaurantes, bares y economatos. Al final, hubo menos detenciones que un día cualquiera en la ciudad. El titular de portada de The New York Times fue: ‘200.000 marchan por los derechos civiles en una ordenada manifestación en Washington. El presidente ve avances para los negros’.
8. Leche en la Casa Blanca. Después de la marcha, el presidente Kennedy recibió a Randolph, King y otros oradores del día. El presidente empezó a hablar sin ofrecer nada a sus invitados, exhaustos después de la jornada que había empezado al alba. Randolph le interrumpió y dijo: «Señor presidente, me pregunto si me podría dar un vaso de leche». Kennedy pidió sándwiches y bebidas para todos antes de seguir con la reunión.
9. El desprecio de Malcom X. El líder más rebelde desdeñó la protesta y se quejó de que estaba tomada por «los blancos izquierdistas». Antes de la marcha dijo que los musulmanes no debían acudir a la concentración y después, se pasó años criticándola.
10. La pesadilla. Antes de ser asesinado en 1968, cuando ya era un duro crítico de la guerra de Vietnam y estaba decepcionado también por parte de la comunidad afroamericana, Martin Luther King dijo: “Han convertido mi sueño en una pesadilla”.