A pesar de la grave crisis en la que está sumido, Portugal despierta cada vez más interés entre los jubilados europeos que buscan una vida plácida debido a unos precios inmobiliarios cada vez más bajos y a generosas ventajas fiscales.
Brigitte HAGEMANN-AFP
“Muchos jubilados ingleses, alemanes y escandinavos que quieren vivir con sol están ya instalados en Portugal, sobre todo en el Algarve (sur)”, explica a la AFP Carlos Vinhas Pereira, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Franco-portuguesa.
Con el fin de atraer a aún más candidatos al exilio, el gobierno portugués aprobó recientemente ventajas fiscales para los jubilados extranjeros y desde inicios de 2013, todos los jubilados europeos del sector privado que se instalen por primera vez en Portugal están exonerados de impuestos a las pensiones que cobran en sus países.
“Las medidas de austeridad que el gobierno aplica para satisfacer las exigencias de la troika de acreedores han contribuido a que baje la demanda interior, de ahí la idea de buscar en el exterior para reactivar la economía”, según Vinhas Pereira.
Estas ventajas fiscales concedidas a los extranjeros no han sentado del todo bien en un país que ha declarado la guerra al fraude fiscal y que ha subido considerablemente los impuestos de los portugueses para que las arcas del Estado vean entrar algo de dinero.
Para el alemán Erwin Mohr, vicepresidente de la asociación de propietarios extranjeros en Portugal, instalado en Portimao (Algarve, sur) desde hace 19 años para “escapar de la nieve” en su país, Portugal se está convirtiendo en “la Florida de Europa” y en un “paraíso fiscal para los nuevos jubilados”.
“Una pareja de mayores alemanes instalada en Portugal puede gastar fácilmente entre 1.500 y 2.000 euros al mes, lo que compensa ampliamente las posibles pérdidas del fisco portugués”, estima. “Sin los jubilados, la economía del Algarve se hundiría”, asegura.
Clases de portugués gratis
A finales de 2011, el Instituto Nacional de Estadística contabilizaba 735.000 viviendas vacías en Portugal. “Contrariamente a España, no ha habido burbuja inmobiliaria” y “no hay ciudades fantasma”, según Vinhas Pereira.
Los bancos desalojaron de sus casas a muchos portugueses endeudados y ahora, convertidos casi en agencias inmobiliarias, venden estas viviendas y ofrecen condiciones de crédito muy ventajosas para los extranjeros.
“En el Algarve se puede conseguir un crédito de 120.000 euros a (un interés del) 1,5% por una vivienda de un dormitorio a 100 metros de la playa y luego alquilarlo” para pagar ese crédito, explica Ivo Agostinho, agente inmobiliario de Formula Prime, que tiene como clientes a muchos jubilados.
Los precios de la vivienda bajaron cerca de un 30% en los tres últimos años. Pero en Lisboa “los precios no bajarán más, es el momento de comprar”, según Pascal Gonçalves, de la agencia Maison au Portugal.
Esta agencia regala a los compradores “20 horas de clases de portugués en el Instituto Camoes” para que “puedan integrarse mejor”.
Un magistrado francés de 65 años y su hermana, también funcionaria, buscan casa en el Algarve: “El clima es bueno, la vida más barata y confiamos más en Portugal que en Marruecos o Túnez”, dicen.
Pero no podrían beneficiarse de las ventajas fiscales por ser funcionarios públicos.
Berthold Grandy, director jurídico de la Cámara de Comercio e Industria germano-portuguesa, advierte a los candidatos al exilio: “Paraíso fiscal sí, pero a condición de comprobar bien los acuerdos de doble imposición” entre Portugal y el país del jubilado para “evitar sorpresas”.